domingo, 14 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES

1920 - 2010


(Foto: Carlos Miralles)
La vida del maestro triste
Vivió sus últimos años «resignadamente». Él mismo lo dijo al cumplir 87: «Soporto los días, uno tras otro, todos iguales. No deseo más tiempo. Doy mi vida por vivida». Una confesión que eriza la piel a sus fieles. Ahora este genio de la literatura les ha dejado huérfanos. ¿Fue feliz? «No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se deshacen como las pompas de jabón. Yo soy triste», respondió en su día.

Este repaso en imágenes por lo que fue su vida trata de acercarse al maestro pesimista.

Miguel Delibes nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Tercero de los ocho hijos del matrimonio formado por Adolfo Delibes, profesor y director de la Escuela de Comercio de Valladolid, y la burgalesa María Setién, sintió que su vida quedaba marcada por esa abultada cifra: «Mis hermanos y yo estuvimos obligados a competir desde el nacimiento». Mirando a su infancia, aseguraba que lo más importante fue su padre, que le enseñó «el amor al campo y a los animales», dos de sus grandes pasiones.

(Imagen del archivo familiar de su etapa como periodista)

Cuando tenía 15 años estalló la Guerra Civil. «Me dio la posibilidad de escapar dos años y elegir cuerpo: marinero voluntario en el crucero Canarias». Después se dedicó con constancia a los libros. Estudió en el colegio de La Salle y las carreras de Comercio, Derecho y Periodismo (Escuela Oficial de Madrid). En 1946 obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de Valladolid, lo que le llevó a ejercer durante seis meses de profesor visitante en la Universidad de Maryland (EEUU). En el terreno profesional, se estrenó en la banca y después compaginó durante años docencia, periodismo y literatura.

Su carrera como periodista marcó su vida. En 1941 empezó a colaborar como caricaturista y redactor en 'El Norte de Castilla'. Poco a poco, fue ascendiendo hasta que le nombraron director, cargo que ocupó de 1958 a 1963. Acosado por la censura, optó por dimitir. «Dimití porque el señor Fraga quiso imponerme un subdirector que hiciera las veces de director y, en consecuencia, me controlara. No pude aceptarlo», contaba este hombre que se consideraba «de centroizquierda y cristiano practicante». En esta etapa publicó una docena de libros, como 'El Camino' (1950) y 'Las ratas' (1962). Aseguraba que la concisión a la que obligaban las páginas del periódico marcó su estilo literario.

(En la imagen, hojeando ejemplares antiguos del que fue su periódico. EL MUNDO Valladolid.)

Conoció a Ángeles de Castro, su gran compañera, cuando ella era aún adolescente. «Siempre fue bella, pero, cuando la conocí, era tan bonita e inteligente que tenía alrededor un centenar de moscones. Yo tenía un par de años más, pero nos enamoramos, en el 46 nos casamos y en el 73 la perdí. Eso duró mi historia». Tuvieron siete hijos (uno de ellos, el escritor y científico medioambiental Miguel Delibes de Castro) y tras enviudar, Delibes no volvió a ser el mismo. La soledad le ganó terreno: «Yo escribía para ella. Y cuando faltó su juicio, me faltó la referencia. Dejé de escribir y esa situación duró años. A veces pensé que todo se había terminado». «Con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre del vivir», dijo de ella en una ocasión.

(En la imagen, el poeta Dámaso Alonso condecora a Delibes con la medalla de académico en 1975. Foto: EL MUNDO Valladolid)

El 1 de febrero de 1973 fue elegido académico de la Lengua, institución en la que ingresó el 25 de mayo de 1975 para ocupar el sillón 'e', que había dejado vacante el polígrafo Julio Guillén Tato. Lo hizo con el discurso 'El sentido del progreso desde mi obra', en el que hizo un alegato en defensa de la naturaleza. Ésta era su opinión de la evolución del lenguaje: «El uso diario lo empobrece, pero el tiempo lo enriquece. Tendemos a reducirlo, a simplificarlo. Nos cuesta armar una frase. De este modo, los que hablan mucho, tropiezan mucho, y los que miden sus palabras se van apartando del problema».

Publicó más de 70 obras, acogidas con admiración por público y crítica. Destacan las novelas:

◦'La sombra del ciprés es alargada' (1948)
◦'Aún es de día' (1949)
◦'El camino' (1950)
◦'La partida' (1953)
◦'Mi idolatrado hijo Sisí' (1953)
◦'El loco' (1953)
◦'Diario de un emigrante' (1958)
◦'La hoja roja' (1959)
◦'Las ratas' (1962)
◦'Viejas historias de Castilla la Vieja' (1964)
◦'Cinco horas con Mario' (1966)
◦'USA y yo' (1966)
◦'Parábola del náufrago' (1969)
◦'La mortaja' (1970)
◦'El príncipe destronado' (1974)
◦'La caza de la perdiz roja' (1975)
◦'S.O.S.' (1976)
◦'El disputado voto del señor Cayo' (1978)
◦'Aventuras y desventuras de un cazador a rabo' (1978)
◦'Un año de mi vida' (1979)
◦'Los santos inocentes' (1981)
◦'Las perdices del domingo' (1981)
◦'Las guerras de nuestros antepasados' (1982)
◦'Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso' (1983)
◦'El tesoro' (1985)
◦'Madera de héroe' (1987)
◦'Dos días de caza' (1988)
◦'Para Paco Pino y sus ochenta primaveras' (1990)
◦'Señora de rojo sobre fondo gris' (1991)
◦'La vida sobre ruedas' (1992)
◦'He dicho' (1993)
◦'Diario de un jubilado' (1995)
◦'El hereje' (1998)

(Foto: Las manos de Delibes en 1998, por Chema Conesa)


Delibes también cultivó el campo del ensayo:

◦'Diario de un cazador' (1955)
◦'Por esos mundos' (1961)
◦'Europa, parada y fonda' (1963)
◦'Vivir al día' (1968, selección de artículos 1953-1967)
◦'La primavera de Praga' (1968)
◦'El libro de la caza menor' (1973)
◦'Mis amigas las truchas' (1978)
◦'Parábola del náufrago' (1978)
◦'Un mundo que agoniza' (1979)
◦'El otro fútbol' (1982)
◦'La censura en los años cuarenta' (1984)
◦'Castilla habla' (1987)
◦'Mi mundo y el mundo' (1987)
◦'Castilla, lo castellano y los castellanos' (1988)
◦'Mi querida bicicleta' (1988)
◦'Mi vida al aire libre' (1989)
◦'El conejo' (1991)
◦'La caza en España' (1993)
◦'Los niños' (1994, antología de textos sobre la infancia)
◦'Libro de Castilla y León' (1994)
◦'La naturaleza amenazada' (1996)
◦'España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela' (2004)
◦'La tierra herida' (2005, al alimón con su hijo Miguel Delibes de Castro)

(Foto: Carlos Miralles)

El novelista y académico era capaz de elegir de entre toda su obra. Se quedaba con 'Viejas historias de Castilla la Vieja' (1964), de apenas 50 páginas, que consideraba el libro «más representativo de todos por su prosa, su paisaje, sus personajes, su movimiento y su sentido del humor» . También le gustaban 'La sombra del ciprés es alargada', 'Los santos inocentes' y 'El hereje'. | En la imagen, aparece acompañado del poeta gaditano Rafael Alberti y de Rosa Chacel cuando asistían, en 1991, a los cursos de verano de la Universidad Complutense en la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial.

Precisamente 'El hereje' fue su última novela, en 1998. Con ella obtuvo el Premio Nacional de Narrativa y anunció que dejaba las novelas: «No tengo capacidad para sorprender. El primer sorprendido si escribiese otra novela sería yo», dijo. Sí que escribió ensayos, como 'España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela', en 2004 o 'La tierra herida'. En 2006 llegó 'Viejas historias y cuentos completos'.

(Foto: Efe/En la imagen, Delibes recibe el Premio Cervantes, flanqueado por los Reyes de España, en 1993 )

En 1998 fue operado de un tumor de colon. Nunca llegó a sentirse recuperado. «Desgraciadamente la salud no me acompaña. La operación de cáncer fue bien, según dicen, pero me dejó un postoperatorio que después de 10 años aún no ha terminado. Quedé inútil para muchas cosas, como escribir o cazar. Y así sigo», dijo en una entrevista con motivo de su 87 cumpleaños. «Me horrorizan los quejicas que pretenden hacer de sus males el eje del mundo. La artritis reumatoide no es una broma, claro, pero ¿qué puedo hacer? Aguanto», añadió.

Además de la literatura y su mujer, sus grandes pasiones fueron «la caza de la perdiz en mano y la pesca de trucha a mosca ahogada». En general, la naturaleza, protagonista velada de muchas de sus obras. No en vano, él se definía como «un narrador rural apasionado por la naturaleza». «La ambición de poder y la creencia de que el hombre puede hacer y deshacer sin que se hundan las esferas son las responsables de que el planeta esté tan amenazado», denunciaba en cuanto tenía ocasión.

(Foto: Ángel Casaña./En la imagen, Delibes durante su discurso del premio Cervantes)

En 2007 aparecieron los dos primeros volúmenes de los siete que conforman su obra completa, supervisados por el octogenario autor. Ese mismo año, con motivo de su 87 cumpleaños, se celebró un congreso internacional en la Universidad vallisoletana en cuyo transcurso fue presentado el libro 'Luces, trazos y palabras', homenaje de una treintena de poetas como Victoriano Crémer, Antonio Colinas y Gustavo Martín Garzo.

Se le resistió el Nobel. Menos éste obtuvo todos los premios posibles. Destaca el Cervantes, que recibió en 1993, pero hubo muchos más: Premio Nadal (1947) por 'La sombra del ciprés es alargada'; Premio Nacional de Literatura (1955) por 'Diario de un cazador'; Premio de la Crítica (1962) por 'Las ratas'; Premio Pablo Iglesias (1978) por 'El disputado voto del señor Cayo'; Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1982, compartido con Gonzalo Torrente Ballester); Libro de Oro de los libreros españoles (1984); Premio Ramón Godó de Periodismo (1985), Premio Ciudad de Barcelona (1987) por 'Madera de héroe'; Premio Nacional de Narrativa (1998) por 'El hereje'...

(En esta imagen del archivo familiar aparece Delibes junto a algunos de sus amigos. De izq. a dcha., Delibes, Regidor, De la Torre, Emilio Salcedo, González, Umbral y J. Lozano.)

Muchos de sus libros han sido llevados al cine. A su juicio, con desigual resultado. «Ha habido de todo: grandes películas como 'Los santos inocentes', de Camus; buenas películas como 'El disputado voto del Sr.Cayo', de Giménez Rico; y malas e infames películas, como 'La sombra del ciprés es alargada', de Alcoriza», dijo el escritor, a quien le gustaba «ir al cine a butaca de pasillo». Incluso recibió la Espiga de Oro de la Semana Internacional de Cine de Valladolid en 1993 por su aportación a la gran pantalla. También se han hecho adaptaciones teatrales de sus novelas, como 'Cinco horas con Mario', con Lola Herrera, o 'Las guerras de nuestros antepasados'.

(Foto: Bernabé Cordón)

A pesar de su pesimismo, lo cierto es que siempre estuvo rodeado de amigos. Como Francisco Umbral. «He sentido la ausencia de Umbral desde que se fue de Valladolid. Aquí tenía a mano un escritor brillante y un inteligente censor. La amistad se espacia en los kilómetros y aunque no desaparece se enfría», dijo tras morir el escritor.

A medida que pasaban los años, Delibes se iba sintiendo solo: «Yo entiendo que la medicina ha prolongado nuestra vida, pero no nos ha facilitado una buena razón para seguir viviendo. Hasta ahora nuestra vida se ha alargado para poder quejarnos más tiempo de la artritis, la sordera y el lumbago. Para poco más», afirmaba pasados ya los 80. La soledad le ganó la partida.


Gracias:
RAQUEL QUÍLEZ
http://www.elmundo.es/especiales/2010/03/cultura/miguel_delibes/album/index.html
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