domingo, 14 de marzo de 2010

FOTOGRAFÍA

EN FEMENINO SINGULAR


(FOTOS: ISABEL MUÑOZ/Vinila_Von_Bismark)
Canciones desnudas en femenino singular
Son mujeres. Son jóvenes. Escriben y cantan canciones. No están dispuestas a renunciar a su independencia. Irrumpen en un mundo de la música muy distinto al que conocieron las generaciones anteriores. Su territorio es el Underground, pero sus personalísimas propuestas empiezan a llamar la atención de un público más amplio. Viven un presente que les sonríe. Y no quieren pensar en el futuro.

"¡Se atreve a ser diferente!". Aquél fue el primer titular que le dedicaron en su vida. Daily Texan, 27 de julio de 1962. La fotografía la mostraba cantando apasionadamente y tocando un autoarpa. El artículo describía las libérrimas maneras de aquella joven recién llegada al campus de Austin, que se presentó a la entrevista con una botella de licor, osadía que habría bastado, de haber sido descubierta, para expulsarla de la universidad. "Anda descalza cuando le apetece, lleva tejanos a clase porque son más cómodos", escribía Pat Sharpe, responsable de la sección de Vida en el Campus. "No se preocupa por arreglarse el pelo cada semana ni por vestir a la última moda femenina, y cuando le da por cantar, lo hace con una vibrante voz aguda. Como nunca ha recibido clases ni puede leer música, su voz está sin amaestrar. Pero esta carencia parece más un activo que un lastre, pues canta con una espontaneidad y un gusto que a las voces cultivadas a menudo les resulta difícil de lograr. Da lo máximo de sí misma en las canciones folk". La chica de los tejanos se llamaba Janis Joplin y falleció trágicamente a los 27 años. Pero hoy, medio siglo después, sigue siendo un símbolo que anima a mujeres de todo el mundo a atreverse a ser diferentes.

Los tiempos han cambiado. Y las chicas que nos ocupan no han tenido que luchar ni que sufrir en exceso para que la sociedad les permita expresarse como lo desean. Otras muchas lo hicieron antes por ellas. Sus historias no son las de la persecución obsesiva de un sueño, las de una lucha contra la adversidad.

Tienen en común que escriben y cantan canciones. Personalísimas en todos los casos, de aire folk en la mayoría. Comparten un espíritu indie: renunciarían sin dudarlo a un éxito mayor si a cambio tuvieran que variar un ápice su propuesta. La autenticidad, innegociable. No persiguen ser estrellas, ni lo van a ser. La industria de la música que han conocido, muy distinta a la que vivió la generación anterior, ya no genera astros.

Irrumpen en un mundo de la música transformado. Un lugar sin limusinas, sin séquitos personales, sin caprichos. Un oficio en el que el pan se gana semana a semana en los escenarios, mimando a un público pequeño pero fiel, y los golpes de suerte tienen forma de politono, de marca comercial o de anuncio de televisión. Un mundo que intenta reinventarse mientras asiste a la imparable debacle de las ventas de discos.

Sirvan estos datos para situarse. Sólo tres álbumes (Joaquín Sabina, Fito y Fitipaldis y Alejandro Sanz) vendieron el año pasado en España más de 100.000 unidades. Una cifra que hace no tanto estaba al alcance de muchos. Y ningún artista debutante estuvo entre los 50 títulos más vendidos. Pero hay otro lado. El número de espectadores de música en directo subió en España un 34,8% entre 2000 y 2008. Y por primera vez en la historia, más de una cuarta parte de las ventas mundiales de la industria de la música grabada corresponde a los canales digitales. El 70% de la música consumida en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania se escucha en esos canales. Aunque los ingresos por esa vía sólo suponen el 35% del total, lo que quiere decir que aún hay mucha gente que no paga por la música digital que consume.

(Anni_B_Sweet)

Ninguna de estas artistas recuerda con exactitud la última vez que compró un cedé. Usan iTunes, Facebook, Twitter, fotologs. Y todas tienen un perfil en MySpace, un sitio web donde pueden colgar sus canciones para que quien quiera las escuche gratuitamente, y donde se pueden comunicar directamente con sus fans.

El folk onírico de Alondra Bentley, el delicado pop de Anni B. Sweet, el rock desgarrado y melancólico de Tulsa, las singulares melodías de La Bien Querida o el descarado rockabilly con tintes de burlesque de Vinila Von Bismark. Todos son fenómenos en los que, de una forma u otra, ha tenido un gran peso Internet. Ninguna de ellas ha mandado una maqueta con sus canciones a una discográfica. Han sido más bien éstas las que se han acercado a ellas, al detectar el pequeño ruido generado por sus canciones en la Red. "Todas estas chicas tiene algo en común: una ética Do It Yourself [hazlo tú mismo, viejo lema de autogestión del punk] natural", opina Borja Prieto, director de MySpace España. "MySpace es un termómetro real de lo que pasa musicalmente y lo que le gusta a la gente. Además, para miles de grupos es su escaparate, donde entran en contacto con un montón de gente y cualquiera puede escucharlos. Es un invernadero donde crecen y fructifican todas las propuestas musicales".

La de Ana López, de nombre artístico Anni B. Sweet, creció mirando por la ventana de una casa de Fuengirola mientras escuchaba a su madre cantar flamenco y a sus hermanos mayores poner una y otra vez los mismos discos. "Tengo las etapas de mi vida muy marcadas por la música", cuenta. "Si sonaba Cecilia, sabía que era sábado por la mañana. Siempre había música. Yo escribo letras desde los seis años, cosas que se me van ocurriendo. Miraba por la ventana y escribía lo que pensaba".

El tránsito a la profesionalidad no fue muy brusco. Mudanza a Madrid a estudiar arquitectura hace tres años, amigos músicos que le animan a cantar, aprender a tocar la guitarra y abrir una cuenta de MySpace. Cuando estaba abriéndose la cuenta escuchaba Johnny B. Good, de Chuck Berry. "Y el amigo con quien estaba me propuso que me pusiera de nombre Anni B. Sweet. Me dijo que tenía una voz muy dulce pero mis letras no lo eran. Por eso Anni B. Sweet, que quiere decir 'Anni, sé dulce".

Pronto un sello independiente se interesó por aquellas canciones y le ofreció grabar un disco. "Nosotros seguimos teniendo nuestra red en la calle", explica Gema del Valle, de Subterfuge, el sello que editó a Anni B. Sweet, y también a Vinila Von Bismark y a Tulsa. "Casi siempre, y en el caso de Anni también, hay alguien que nos recomienda que escuchemos algo. La diferencia es que ahora, gracias a Internet, cuando te hablan de un artista puedes saber cómo es y cómo suena en un clic".

(Bien_Querida)

Salió el disco, y le siguieron decenas de conciertos por toda España y hasta una cadena de restaurantes de comida rápida que utilizó una versión suya en un anuncio. Lo que eran 15.000 visitas totales a su perfil de MySpace se convirtieron en 15.000 visitas a la semana, hasta un total, a día de hoy, de unas 600.000. Más de mil personas escuchan cada día sus canciones en Internet.

Anni dejó aparcada la carrera de arquitectura ("los estudios siempre están ahí, pero la música no espera") y, casi sin darse cuenta, se convirtió en una cantante profesional. "Vivo de esto", explica. "Pertenezco a una generación que llega a la música cuando los discos están desapareciendo, estoy acostumbrada a eso. Sé que se vive del directo, y ahora me está yendo bien".

También Alondra Bentley ha logrado vivir de sus canciones casi sin proponérselo. Lleva unos diez años escribiéndolas. "Si juntas todas las letras el resultado es muy autobiográfico", reconoce. "No son exactamente páginas arrancadas del diario, pero digamos que escribo sobre lo que conozco".

El mundo rural y bucólico que sugiere su música tiene que ver, en efecto, con el que ha conocido. Alondra nació en Lancaster, Inglaterra, hace 26 años. Concretamente, en Ashfield Avenue, calle que ha dado título a su disco. A los cuatro años se trasladó con sus padres -él profesor de teatro y ella pintora- y sus dos hermanos mayores a Murcia, a una aislada casa de campo cerca de Alcantarilla que fueron restaurando con sus propias manos. "No había ni agua", recuerda. "La cogíamos de un aljibe".

Allí escribía sus canciones, que un día decidió colgar en Internet "sin ninguna intención concreta". En 2005 se presentó a un concurso local y ganó en la modalidad de cantautor. Siguió escribiendo canciones, tocándolas en el circuito local y colgándolas en Internet. Y llegaron las ofertas de las discográficas. Acabó eligiendo una, Absolute Beginners, no por su capacidad de promocionar el disco, sino por estar dispuestos a respetar sus condiciones. "Tenía claro cómo quería hacer el disco, aunque fuera más caro", dice. "Quería grabar en directo, con los colaboradores que me apeteciera, con un cuarteto de cuerda, y todo analógico".

Ahora Alondra da conciertos por toda España, y planea el asalto al Reino Unido y Francia. Saborea el éxito de su disco, consciente de formar parte de una escena que vive un momento dulce. Algo positivo, pero que entraña también sus peligros. "Indudablemente se les presta más atención que antes a proyectos femeninos solistas y más concretamente de folk", opina. "Pero no sé exactamente cuál es la razón. Realmente no hemos empezado todas a la vez, no escribimos canciones de la misma manera, no nos hemos puesto de acuerdo para invadir el país. Da la sensación de que hemos aparecido de la nada todas de golpe, pero no es verdad. Me preocupa que sea una moda, porque eso significaría que es pasajera y que se va a acabar. El que algo esté de moda es un arma de doble filo. Pero no es bueno pensar eso. Ahora está funcionando bien, y hay que aprovecharlo".

(Tulsa)

Parte de la responsabilidad de que tanta atención recaiga en estas propuestas corresponde a la madrileña de 24 años Lourdes Hernández, rebautizada artísticamente con el nombre del color de una barra de labios: Russian Red. El punto de partida fue, de nuevo, MySpace, donde Lourdes colgó sus canciones, a las que se acercaron decenas de miles de personas. En 2008 se publica I love your glasses, que llega a disco de oro tras vender más de 30.000 copias, y da pie a centenares de conciertos a lo largo de dos años. "La vida es así de inesperada", cuenta Lourdes. "Empiezas haciendo lo primero y un día te percatas de que ha sucedido lo último. Cómo he llegado hasta aquí es un misterio para mí. Y me gusta que así sea. Seguir haciendo discos a partir de ahora seguro que es mucho más explicable que todo el proceso del primero". En cuanto a la escena de chicas cantautoras, Lourdes tiene claro el origen: "La escena surge desde fuera, desde la idea de los medios de encumbrar ese fenómeno. No creo que sea una moda que las chicas cantemos, es moda que se nos haga más caso de lo habitual. Y por supuesto que me parece bueno, el caso y la moda".

Lo de Vinila Von Bismark, granadina de 23 años, ex integrante del grupo Krakovia, no es folk. Pero comparte generación y muchas otras cosas con las demás chicas. Lo suyo son los sonidos de cabaret, el swing, el calipso, el rock and roll clásico. Y su primer disco junto al trío de rockabilly The Lucky Dados, previsto para abril, que contó con la colaboración de Graeme Durham, productor y padre de Kitty, Daisy & Lewis, grupo de moda británico de sonidos retro, está despertando mucha expectación.

¿Las claves? Un personaje impresionante, un directo que maravilla allá donde va, y una intensa actividad en Internet, con más de 380.000 visitas a su perfil de MySpace sin tener aún disco en el mercado. "En estos momentos Internet es la herramienta que más uso y que más resultado me da", explica Vinila. "Me permite dar a conocer a mucha gente mi trabajo. Es un medio democrático, interactivo, donde todo el mundo puede opinar, aportar e intercambiar ideas".

Internet también fue el lugar donde se fraguó el fenómeno de La Bien Querida. A Ana Fernández-Villaverde, la pintora bilbaína que se esconde detrás de ese seudónimo, no se le había pasado por la cabeza cantar. Se compró una guitarra hace unos años y, con los cuatro acordes que aprendió, empezó a componer. "No me considero una cantante", dice, "soy una chica que hace canciones".

Un día tocó sus temas para su amigo Jota, cantante del grupo granadino Los Planetas, y éste le animó a grabarlas. "Yo pensé que si él me animaba a hacerlo sería por algo", explica, "y grabé una maqueta".

El boca a boca empezó a funcionar. Su amigo Antonio Luque, del grupo Señor Chinarro, empezó a hablar maravillas de ella en su blog. "Y mi perfil de MySpace", recuerda Ana, "se empezó a llenar de visitas".

Entonces llegó el disco, que recoge siete canciones de aquella maqueta y cinco nuevas, grabado con el sello independiente Elefant. "No hicimos el disco para agradar a nadie", explica Ana. "Ni siquiera a los fans. De hecho, algunos se enfadaron porque sonaba distinto que la maqueta. Pero yo tenía claro que no quería repetirme".

(Alondra_Bentley)

Electra, la contrapartida femenina al complejo de Edipo, fue el nombre de la primera banda de la bilbaína Miren Iza. Tenía 16 años cuando quedaba con su amiga del colegio de monjas para tocar en el muelle de Churruca, en Las Arenas. Era un grupo de chicas que hacían punk rock en inglés y que pronto, para editar su primer disco, se cambió el nombre al de Electrobikinis.

Cuando el grupo terminó, a Miren le entraron ganas de cantar en español, de dar salida a todas esas canciones que acumulaba en cuadernos y hojas sueltas. Así nació Tulsa. Un proyecto en el que Miren Iza da salida a sus canciones melancólicas. "El desamor es muy potente como tema", dice con una sonrisa. "Es algo que me inspira mucho".

Su primer disco (Sólo me has rozado, 2007) fue candidato a un grammy latino. Y el segundo, Espera la pálida, que acaba de salir a la venta, ha cautivado a artistas como Bunbury o Christina Rosenvinge, que han solicitado a Miren que colabore con ellos.

Éxitos que no han permitido a Miren dejar su trabajo de médico. Sigue teniendo que hacer piruetas entre conciertos, labores de promoción, ensayos y guardias en el hospital. "Si se me planteara la posibilidad, me encantaría dedicarme a la música a tiempo completo", asegura. "Creo que me lo debo a mí misma".

Con mayor o menor intensidad, los focos de la actualidad musical iluminan ahora a estas artistas. Hay explicaciones para todos los gustos. "Yo creo que, con todo el mundo alterado por la crisis, la gente agradece escuchar algo tranquilo y suave con voz de mujer", apunta Anni B. Sweet. El reto ahora es superar el efecto novedad. "La palabra revelación conquista muchas páginas de revista", explica Gema del Valle, de Subterfuge. "Los medios tienden más al esnobismo que a la consolidación de una escena. Si algo no es novedad resulta menos interesante". De momento les basta con disfrutar la inesperada posibilidad de hacer lo que les gusta. "Hace dos años ni siquiera sabía que quería dedicarme a esto", dice Alondra. "Si lo sabía, era de forma subconsciente. Así que no me pidas que me imagine el futuro".


Gracias:
PABLO GUIMÓN
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FOTOS
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