lunes, 16 de febrero de 2009

Jerash

La gema negra del desierto


(Foto: Archivo)

La más bella urbe romana en Jordania
Eclipsada por la maravillosa Petra, la antigua Jerash fue conquistada por Pompeyo en el 63 a. C., convirtiéndose en una de las 10 grandes ciudades romanas, la Decápolis. Ahora, emerge en un emocionante conjunto de ruinas mantenidas en pie con absoluta dignidad.

Efectivamente, pocos asentamientos resisten en Jordania el enorme poder de atracción que ejerce la ciudad nabatea de Petra. Pero los hay, y muchos. En realidad, pocos países son tan agradecidos como Jordania para dedicarle una intensa visita. Con una historia de asentamientos humanos permanentes que se remonta a unos 1.000 años atrás, el número de enclaves históricos y arqueológicos que salpican su geografía son más que suficientes para satisfacer la pasión de los viajeros más exigentes e interesados por la historia de la humanidad.

Y en esta larga lista de paradas obligadas ocupa un lugar privilegiado la ciudad de Jerash, la antigua Gerasa. Motivos no le faltan, desde luego. Situada en las fértiles y onduladas colinas de Gilead, cuajadas de verdes pinares, entre hermosos campos abarrotados de higueras y olivares, y con campos de trigo trabajados de forma muy rudimentaria por jóvenes campesinos ataviados según la costumbre tradicional, Jerash se encuentra en uno de los escenarios más encantadores del Próximo Oriente, y su ciudad romana resulta ser una de las mejor conservadas y espectaculares del mundo.

No, no es ni mucho menos una afirmación exagerada porque nos encontramos ante un emocionante conjunto de ruinas que ha logrado mantenerse en pie con absoluta dignidad a pesar de terremotos e invasiones. Es muy fácil llegar a Jerash. En Jordania, las distancias no son muy grandes y el buen estado de las carreteras contribuye a que se llegue a todas partes sin apenas esfuerzo. Jerash, además, se encuentra a apenas 50 kilómetros al norte de la capital, Ammán; es decir, apenas a una hora en autobús desde la bulliciosa estación amanita de Abdali.

En honor a Zeus

La antigua Gerasa, como se la llamaba durante el periodo helénico, fue fundada en el hacia el 170 y 160 a. C. Fue en esta época cuando surgió la original idea de la Decápolis. El término Decápolis se refiere al conjunto de ciudades comerciales greco-romanas que había en lo que actualmente es Jordania, Siria, Israel y los territorios palestinos. En Jordania, formaron parte de esta liga de ciudades Filadelfia (Ammán), Gadara (Umm Qais), Gerasa (Jerash) y Pella (Taqabat Fahl).

Jerash vivió se época de mayor apogeo gracias al comercio con los nabateos y a la fertilidad de sus campos (siglo I d. C.), lo que la convirtió en una de las ciudades más ricas del Imperio tras ser conquistada por Roma. Fue precisamente en esta época cuando se diseñó un trazado completamente nuevo para la ciudad (tal y como la conocemos hoy día) consistente en una calle principal con columnatas de norte a sur atravesada por dos calles laterales de este a oeste; un templo dedicado a Zeus frente a la Plaza Oval y la construcción de un gran templo al sur.

Cuando hacia el año 106 el emperador Trajano anexionó el reino nabateo, Gerasa prosperó aún más. Pero fue Adriano, en el año 129, quien acabó por hacer de ella el centro casi absoluto del Imperio Romano. Ello dio paso a la edad de oro de Jerash, que entre los siglos II y III llegó a contar con más de 20.000 personas.

Las ninfas del agua

De este periodo de esplendor son los tres teatros, la Plaza Oval (conocida por tener el diseño urbano romano más impresionante del mundo), el Cardo, su principal vía pública, flanqueda por rotundas columnas allí en pie desde hace 2.000 años, y la impresionante estructura del ninfeo, la exuberante fuente dedicada a las ninfas del agua.

Este último edificio, construido hacia el año 191, estaba constituido por dos pisos maravillosamente ornamentados. El agua descendía por la fachada hasta una gran pila de la parte delantera, y el agua que rebosaba brotaba de siete cabezas de león. Todas estas ruinas, convertidas en tal tras el terremoto del año 742, se mantienen a pocos metros de la nueva ciudad: un desordenado y caótico cúmulo de casas entre callejas sin asfaltar que sin duda nada tienen que ver con la sobria elegancia que la vieja ciudad tuvo en su día.

Paseando por la vieja Jerash uno trata de imaginarse cómo era la vida allí hace 2.000 años, con el centro abarrotado de tiendas y comerciantes y fachadas espectaculares. Hoy, puede recorrerse en un par de horas, pero si de verdad quiere hacerle justicia, valdría la pena pensar en pasar un día entero, llegando a primera hora para encontrarnos ya saciados de belleza cuando lleguen los autocares abarrotados de turistas.


Gracias:
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