domingo, 19 de julio de 2009

FOTOGRAFÍA

El arte global se llama Flickr


(Imagen: THOMAS HAWK/Sobre estas líneas, una imagen del grupo Photoshop)

Más de 39 millones de personas frecuentan este espacio de Internet centrado en la imagen.
Atesora más de tres mil millones de fotografías y les ha servido a aficionados de todo el mundo para crear proyectos que crecen solos.

Elevar un hecho a la categoría de fenómeno necesita una buena batería de datos. Aquí van. La cosa de la que estamos hablando puede presumir de tener más de 39 millones de adeptos. El número no llega a la población de España, pero casi. Ofrece más de 3.000 millones de imágenes y una frecuencia de éxito sorprendente: cada minuto, la cosa de la que hablamos recibe 5.000 fotografías de aficionados de todo el mundo. Son cifras de noviembre de 2008, las últimas que se han hecho públicas.

El fenómeno se llama Flickr y está en Internet. Nació en 2004 y, pese a la rapidez con la que los internautas dejan obsoletas las nuevas herramientas, no sólo ha logrado sobrevivir, sino que goza de una salud excelente. Es una de las redes sociales que han logrado mayor aceptación.

Se trata de una web donde los internautas pueden colgar sus fotos, compartirlas y opinar sobre ellas. Algunos ceden gratuitamente los derechos sobre ellas y otros los ceden sólo para determinados usos. Pero, para unos y para otros, se ha convertido probablemente en el mejor escaparate de la fotografía amateur. Martín del Río, un usuario español con casi 7.000 visitas a su galería de imágenes, sentencia: "El gran acierto de Flickr reside en la vanidad del internauta".

Flickr ha cambiado el concepto de álbum fotográfico. En Flickr, ordenar las fotos no sólo ayuda a la comunidad, también al usuario que quiere que su foto sea vista por el mayor número de compañeros. El fenómeno, además, ha logrado que la impresión de la imagen pase a un cuarto plano. Con Flickr, lo importante es participar, compartir y, sobre todo, crear. Se ha convertido en una forma creativa de mantener contacto con personas de todo el mundo a las que no se conoce, pero que están interesadas en la fotografía. No sólo premiarán tus mejores disparos, también los criticarán y te darán consejos. Una escuela espontánea y horizontal.

La potencia de esta esquina de Internet es tal, que ha generado proyectos artísticos de considerable calidad. Uno de esos proyectos lo puso en marcha un fotógrafo llamado Thomas Hawk. Este estadounidense residente en San Francisco tuvo una idea. Siempre lleva encima una de sus máquinas fotográficas. Un día alguien le pidió una limosna y saltó la chispa. Decidió que le daría dos dólares a cada persona que le pidiera dinero en la calle y solicitaría, a cambio de esos dos billetes, un retrato y una pequeña explicación de cómo esas personas habían terminando haciendo de la acera su hogar.

Trasladó el proyecto a Flickr y sin tardar prendió la mecha: más de trescientos fotógrafos de diferentes países recogieron la propuesta de Hawk y la siguieron. Ahora, en Flickr hay un nutrido grupo dedicado a esta iniciativa.

"Documentar, explorar, repetir... La fotografía, para mí, se convierte en una especie de hiperactividad. Quiero que mi trabajo no esté basado simplemente en imágenes individuales, sino en el poder de una cantidad ingente de fotografías excesivas y sorprendentes en las que las historias, los personajes y los lugares unas veces tomen el protagonismo y otras desaparezcan completamente sin que podamos encontrar una buena razón para ello". Así define Thomas Hawk su proyecto. Este fotógrafo se ha prometido a sí mismo que subirá a Flickr al menos un millón de fotografías antes de morir. Es una máquina de capturar imágenes. Por el momento lleva subidas a la página más de 25.000 fotografías, y no puede decirse que ninguna de ellas carezca de intención o calidad.

(Foto: THOMAS HAWK/Un ejemplo del grupo minimalista)

¿Dónde reside el secreto de esta red social que gana y gana adeptos y casi cada mes se moderniza? En sus posibilidades y en una interfaz que permite un gran número de actividades. Y sobre todo, en esa ecuación tan de moda en la Red: bueno, bonito, útil y barato. La página tiene una versión gratuita que permite subir un número determinado de megabytes en datos al mes. Si se pagan unos 30 euros al año, la capacidad de almacenamiento es ilimitada. "No consiste sólo en la posibilidad de tener ordenadas tus fotos por etiquetas, lugares, grupos... Es mucho más.

A través de esta página he conocido a gente interesantísima, verdaderos artistas que no tienen ningún problema en compartir sus trucos y su trabajo. Es muy adictivo". Lo dice Eva Martínez, de 32 años, que lleva en la página prácticamente desde su inicio.

La idea de poner en marcha este espacio la tuvo Ludicorp, una empresa canadiense que se dedica a realizar videojuegos. En principio, la herramienta fue desarrollada para un juego masivo online llamado Game Neverending. Pero pronto la herramienta demostró ser un proyecto más interesante en sí misma: Game Neverending se archivó y, en febrero de 2004, se lanzó Flickr. El éxito fue inmediato, y en menos de un año, en marzo de 2005, el gigante estadounidense Yahoo! decide comprar Flickr. A partir de ese momento, la multinacional abandonó su servicio Yahoo! Fotos e invirtió sus esfuerzos en la nueva herramienta. Y no se han quedado quietos. A principios de este año, la aplicación incluyó la posibilidad de que sus usuarios pudieran subir a la Red vídeos de alta definición con el mismo orden y las mismas posibilidades que las fotografías.

"Flickr es todo un universo", asegura el usuario español Martín del Río. "Una de sus facetas más interesantes para mí consiste en la posibilidad de crear grupos o unirte a otros ya existentes". En Flickr hay propuestas para todos los gustos. Desde grupos especializados en fotografiar nubes hasta adeptos al minimalismo, a las luces de neón, los amaneceres o atardeceres, las flores, o a vaciar el bolso o el maletín que se llevan al trabajo, ordenar convenientemente su contenido y fotografiarlo.

En esta red social hay aficionados que cuentan con tanta popularidad por la calidad de sus imágenes, que han sido contratados por otros usuarios para, por ejemplo, ejercer de fotógrafos en su boda. Aquellas páginas metidas en carpetas de anillas llenas de instantáneas son ahora un fetiche sentimental. Compartir triunfa, y el escenario es, claro, Internet.


Gracias:
MANUEL CUÉLLAR
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