lunes, 27 de julio de 2009

Arte 7

Manuel Ferguérez


(Foto: Tiquis!【ツ】's)

El artista versátil
Manuel Felguérez se ha distinguido por experimentar con diferentes materiales y corrientes artísticas; hoy es considerado uno de los mejores creativos mexicanos

El reconocido artista zacatecano Manuel Felguérez fue el creativo elegido para realizar la charla artística correspondiente a julio, del proyecto Ven a tomar un café con..., organizada por el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México (MAM).

El proyecto retoma la iniciativa de intercambio entre artistas y el público del museo, desarrollada durante la gestión de la directora Teresa del Conde, que permite disfrutar de un café y a la vez ser parte de un diálogo con algunos de los genios más prestigiados del país.

Felguérez se ha ganado un lugar en el grupo de los más importantes creativos de la escena nacional gracias a su talento, evidente en cada una de sus obras.

(Lectura del silencio/litografía 54 x 76 cm, 1995)

A pesar de que el trabajo del zacatecano se clasifica dentro de la corriente de lo abstracto, a lo largo de su carrera profesional ha experimentado con materiales y técnicas variadas, razón por la que es llamado el artista de la versatilidad.

Por el placer de mirar al arte

“Jamás me hubiera imaginado que dedicaría mi vida a pintar y hacer esculturas pues mis objetivos estaban enfocados en la ciencia de la salud; así es, quería estudiar medicina, pero ese plan se vino abajo en el momento que puse un pie en Europa”, comenta el artista, en entrevista para KIOSKO.

Cuando terminó la preparatoria, en el año de 1947, se reunió con un grupo de amigos scouts, -entre los que se encontraba el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia-, para recorrer el viejo continente. El creativo asegura que como tenía poco que había terminado la Segunda Guerra Mundial, la única diversión que ofrecía Europa era la visita a sus interesantes y diversos museos.
“En esos momentos no había nada más que ver arte para olvidar los estragos que dejó el conflicto bélico. Por lo que ese viaje me cambió la vida, pues descubrí el arte viendo arte”, agrega nuestro entrevistado.

Teniendo todo claro y decidido, el artista volvió a México para aprender a hacer grandes obras para la humanidad como las que había visto en aquellos recintos. Ingresó a la Academia de San Carlos, donde estudió tres meses, pero no lo convenció del todo el método de enseñanza, así que regresó a Europa, tierra que vio nacer a los clásicos.

“Ya poseía las herramientas básicas que se deben tener para desarrollar el quehacer artístico, pero me dije y por qué no regresar al lugar que sublima la estética en cuadros, esculturas o grabados”, cuenta el creativo.

(Antes de la tormenta)

Esta ocasión, decidió llegar a París para inscribirse en la Académie de la Grande Chaumiere, en donde tomó clases con Ossip Zadkine, un destacado escultor cubista, de origen ruso.

“Mis primeras piezas fueron esculturas por dos razones: la primera es que caí en las manos de un gran escultor, y la segunda es porque debido a que había tomado cursos de taxidermia (el arte de disecar animales para conservarlos y facilitar así su exposición y estudio) y tenía destreza en el modelaje”, puntualiza.

La técnica con la que Felguérez construyó sus primeras obras fue el barro con alambre. Comenzó por crear figuras abstractas inspiradas en la anatomía humana. Al tener ya fundamentos más sólidos, el artista regresó a México, en 1951, para estudiar Arte Moderno Teórico con el historiador Justino Fernández, quien daba clase en Mascarones. Posteriormente, se inscribió en la Escuela de Antropología, para estar en contacto con las piezas prehispánicas.

También fue ayudante del escultor Francisco Zúñiga, con quien aprendió a dominar una nueva técnica, la terracota. A la par de estas actividades, preparaba su primera exposición, que montó en el Instituto Francés de América Latina, titulada: Manuel Felguérez: escultura.

“Recuerdo la felicidad y satisfacción que sentí porque era la primera ocasión que le abría las puertas al público para que vieran mi trabajo y gustó tanto que vendí toda la obra, cosa que no ha vuelto a ocurrir”, continúa el entrevistado.

Debido al éxito y los comentarios positivos de la crítica, el gobierno de Francia le otorgó una beca para seguir estudiando escultura, así que regresó un par de años más a Europa.

Geometría y abstracción

En esta segunda estancia, Felguérez estuvo trabajando con el hijo del artista plástico Joaquín Torres García, quien cual realizaba cuadros al óleo, lo que animó a incursionar en la pintura.
“Creo que este fue el momento cumbre de mi carrera artística, pues además de que desarrollé las disciplinas que materializan mis emociones -escultura y pintura-, decidí uniformar mis piezas bajo el movimiento abstraccionista”, dice.

El artista agrega que una de las razones que lo llevaron a realizar obra abstracta es porque después de la guerra esta corriente floreció.

Desde ese momento hasta la actualidad, la obra del creativo se distingue por representar sensaciones, presentadas por medio de un ensamblaje de materiales que buscan en sus entrañas el secreto de la belleza de las formas.

“Cada objeto empieza sin saber qué va a ser, muevo materiales, pongo o quito colores, hasta que por sí mismos van formando una figura extraída de las emociones personales que vivo al momento. Busco que mi trabajo tenga elementos para darme un placer estético que contagie al público”, señala Felguérez.

El creativo se volvió un experto y amante de los materiales, al punto de utilizar todos los existentes para darle vida a sus obras, tanto en la pintura como en la escultura.

Cabe resaltar que durante un tiempo, sus cuadros estaban basados en formas básicas como el círculo, triángulo, rectángulo y cuadrado; que combinadas entre sí desarrollan un lenguaje propio.

(Signo convexo/serigrafía 55 x 65 cm, 1973)

Además de innovar con herramientas y corrientes estéticas, el artista también es muy versátil en cuanto a donde plasma su trabajo, ya que ha realizado desde pintura de caballete hasta murales.

“Mis etapas son muy informales ya que he experimentado un poco de todo, aunque al final siempre guardo toques de abstraccionismo”, subraya.

Homenaje visual

El acervo artístico de Felguérez es tan valioso para el arte moderno mexicano que, a manera de homenaje, se inauguró el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en Zacatecas, en 1998.
“En ese momento tenía muchas esculturas y el espacio de mi casa y estudio ya era insuficiente para guardarlas, así que doné varias de ellas a este espacio”, comenta el creativo.

Actualmente resguarda una colección de más de 100 obras de Felguérez, que abarcan las diversas etapas de su carrera; además de otras piezas de artistas abstractos, nacionales y extranjeros.

Este recinto es único en su género, debido a su temática, su sala más importante es sin duda donde se encuentran los murales de Osaka, un espacio que posee las 11 obras monumentales realizadas a petición de Fernando Gamboa para el Pabellón de México en la Exposición Mundial Osaka 70.

La obra es considerada como la Capilla Sixtina del arte abstracto mexicano.


Gracias:
Vanessa Pérez, El Universal
Imagenes
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