lunes, 7 de julio de 2008

Gary Baseman

Pop, surrealismo y arte macabro


(Dibujo: Gary Baseman)

Gary Baseman resume en su obra el nuevo espíritu creativo de Los Ángeles

Existe un bar en el barcelonés barrio del Born que se llama El Rosal y que ejemplifica mejor que nada la idiosincrasia adquirida por esta zona a finales del pasado siglo, cuando pasó a convertirse en epicentro de la escena creativa de la ciudad. Y hay algo en Gary Baseman (Los Ángeles, 1960) que le convierte en resumen ideal del nuevo arte estadounidense y de la escena de Los Ángeles, la capital de la creación pop y código postal que en algún momento han compartido los popes del pop surrealista y la low brow culture. A saber, Tim Biskup, los Clayton Brothers, Mark Ryden, Camille Rose García... Bien, pues estamos de pie junto a Gary Baseman esperando que se vacíe una mesa en la terraza del Rosal.

El artista presentaba el pasado jueves la exposición y el libro Knowledge comes from gas release (El conocimiento llega con la liberación de gas) -frase que llega de su mala interpretación de una parte de la letra de Quicksand, de David Bowie- muy cerca de aquí, en Iguapop Gallery. Hace casi una década, definió todo este movimiento de cruce entre pop, surrealismo, cómic, arte macabro, ingenuidad y falta de prejuicios como Pervasive art (concepto basado en el mantenimiento del estilo propio no importa el medio en el que trabajes). Ya en una mesa, saca sus lápices y su cuaderno. "Aquí dibujé hace unos años Venison (una suerte de ángel de Murillo con cuernos de Bambi), que se ha convertido en uno de mis personajes más utilizados".

Desde que se graduara en Comunicación por UCLA, Baseman no ha parado de trabajar. Aprendió a definir su estilo en la habitación de casa y a defenderlo cuando llegaron los primeros encargos para grandes marcas, como Mercedes o Gatorade. Se licenció en grandes medios y grandes cheques con Disney, para quienes creó y produjo Teacher's pet, una serie y posterior película de animación que le valió tres emmys. Tras tocar la cima de lo prosaico, fabricar algunos de los más buscados juguetes y darle nombre a una escena y a una aproximación al arte, tan desacomplejada y potencialmente popular que sólo podía haber surgido de las calles de Los Ángeles, Baseman ya no debe demostrar nada a nadie más que a sí mismo. "Estuve casado 13 años con una persona a quien le costaba mucho darse. Se acabó la represión. Desde hace cinco años, me he ganado el ya no aceptar encargos. Sólo pinto y el deseo sigue siendo mi principal motivo".

Hace unos años, Baseman inauguró tal vez esta nueva realidad suya con la creación del Happy idiot (Idiota feliz), un muñeco de nieve del que se hizo incluso juguete, en edición limitadísima y hoy casi imposible de encontrar. "Me enfada mucho la separación entre arte alto y arte bajo. Creo que, si hay algo que estamos logrando este grupo de artistas de Los Ángeles, es derribar esta barrera para siempre".


Gracias:
XAVI SANCHO - Barcelona

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