SALUD 77
NUTRIGENÓMICA
(Ilustración: Luis Parejo)
La relación entre genes y dieta, clave para el riesgo de obesidad
Conseguir minimizar el riesgo de obesidad a través de una dieta personalizada en función del perfil genético está un poco más cerca gracias al trabajo de un equipo con participación española.
Dirigido por José María Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica de la Uniersidad de Tufts (Boston, Estados Unidos), este grupo de investigadores ha logrado identificar una interacción clara entre genes y alimentación que influye en el peso corporal. Según sus datos, los individuos que portan una mutación en el gen de la apolipoproteína APOA2 (un componente del HDL, también llamado colesterol bueno) son más susceptibles de desarrollar obesidad si consumen una dieta rica en grasas saturadas. El hallazgo es especialmente importante ya que los investigadores han logrado corroborarlo en tres poblaciones de diferente origen étnico.
"Esto nos da un apoyo sólido que no teníamos hasta ahora", comenta Ordovás, cuyas conclusiones se publican en el último número de la revista Archives of Internal Medicine. "En nutrigenómica [la ciencia que estudia la interacción entre genes y alimentación], íbamos acumulando observaciones y pruebas de su potencial, pero llegar a unos resultados tan universales como estos permite adquirir una mayor confianza en una pronta aplicación práctica", añade el especialista, que recientemente ha fichado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) con sede en Madrid.
Según sus palabras, el descubrimiento supone un avance importante para que, en un futuro próximo, puedan hacerse recomendaciones nutricionales personalizadas para la prevención de la obesidad.
"Con nuestros datos, sabemos que el 10 o 15% de la población que porta la mutación identificada tendría que procurar controlar la cantidad de productos con grasa saturada –por ejemplo, beicon o bollería industrial– que consume", apunta Dolores Corella, investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), y codiseñadora del estudio. Desde la Universidad de Valencia, Corella insiste en remarcar que, pese a la importancia del hallazgo, es sólo una pieza del gran puzle que componen las interacciones entre genes y dieta.
Avances
Para llevar a cabo su investigación, estos especialistas analizaron el caso de 3.462 individuos procedentes de tres estudios poblacionales diferentes realizados en Estados Unidos (con distintos orígenes étnicos).
A través de un análisis genético, comprobaron qué participantes portaban la citada mutación en su ADN al mismo tiempo que evaluaban sus hábitos alimenticios y sus características corporales.
Su estudio puso de manifiesto que los individuos con la variante genética que tomaban habitualmente una alimentación abundante en grasas saturadas presentaban un riesgo más alto de obesidad. Sin embargo, los investigadores no observaron el mismo efecto si los participantes con la mutación genética no abusaban de este tipo de grasas o consumían otros lípidos más saludables.
"Precisamente estas grasas monoinsaturadas –como el aceite de oliva– o poliinsaturadas –ácidos grasos Omega 3– podrían ser una alternativa para que estos individuos pudieran consumir grasa en su dieta sin aumentar de peso, siempre y cuando mantuvieran el balance energético", avanza Ordovás, que ya trabaja en un siguiente paso de la investigación.
Además de replicar los resultados obtenidos en otras poblaciones, como la asiática o la de origen mediterráneo, su equipo quiere corroborar sus conclusiones "en la vida real". Así, seleccionarán sujetos portadores y no portadores de la variante genética y les pedirán que sigan regímenes alimenticios diferentes para comprobar si la intervención "realmente resulta en los cambios esperados".
Todo un pionero mundial en la nutrigenómica, Ordovás subraya la importancia que este campo puede tener en un futuro próximo para la salud pública y la medicina preventiva, por lo que reclama más apoyos institucionales. "Se ha hecho mucho trabajo al respecto, pero siempre con limitaciones técnicas, logísticas y presupuestarias", comenta. En su opinión, "los avances tecnológicos y la formación de consorcios internacionales van a aportar la masa crítica necesaria para avanzar a un paso más rápido y seguro en este área del conocimiento", aunque aún quedan flecos por cubrir, como el de la formación de quienes en el futuro habrán de interpretar cada perfil genético para adecuar su dieta.
Gracias:
CRISTINA G. LUCIO, Madrid
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2009/11/11/nutricion/1257970844.html
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