RELATO DE REBATO
(Ilustración: Luci Gutiérrez)
La santa sede
Ya he descubierto por qué se me resistía Marcelo (el italiano del chiringuito, ¿os acordáis?). No, no es gay. Bueno, no lo sé. Se me resistía porque intentaba encenderme al máximo para que le diese carta blanca a lo que a él realmente le apetecía: sodomizarme, darme por culo, profanar mi Santa Sede, abrir mi cerito... Llamadlo como queráis.
Y que conste que no es que me parezca mal, pero digo yo que, primero, podríamos haber empezado por algo más clásico y luego ir tanteando el terreno. Pero no, a Marcelo lo que le gusta es dar por culo. Y a mí, voy a confesarlo, aquí y ahora, no me gusta nada.
Es curioso que las dos veces que me han propuesto eso de primeras haya sido en esta misma playa. ¿Tendrá algo que ver el agua del mar?
La otra vez, hace 18 ó 19 años, fue un vecino de la urbanización de mi prima Lucía con el que, después de rozarme algo más que casualmente en la piscina, salí a tomarme una inocente coca-cola y acabamos dándonos un calentón de besos quinceañeros con magreo por encima de la ropa.
Ni me acuerdo de su nombre, pero sí de que acabó suplicándome casi de rodillas que me dejara sodomizar.
-"¿Pero qué dices? ¡Si soy virgen!".
-"Pues por eso, tonta. Así sigues siendo virgen"...
Qué tipo tan listo, qué brillante, qué intereses tan sublimes, qué sensibilidad la suya...
Naturalmente, me fui a casa dejándole con las ganas y con el mástil en todo lo alto. Y espero que todavía le esté doliendo. ¿Será posible? Con esa carita de niño bueno. ¿Y qué me decís de Marcelo?...
El caso es que la sodomía tiene muchos adeptos entre los chicos heterosexuales (o pretendidamente heterosexuales, vete tú a saber...). A mí, de hecho, me lo han propuesto tantas veces que una vez, por pura curiosidad, piqué. Cierto es que no teníamos lubricante, ni experiencia, ni mucho acierto, pero... ¡qué dolor! al principio. Luego, es cierto que el morbo suplía la ausencia de placer, pero echando cuentas, siento que no me compensa. Así es que, lo siento mucho: nunca mais, muchas gracias por probar. Y, desde entonces, jamás he repetido, aunque les haya fastidiado un poco a todos y cada uno de mis novios, novietes, amantes habituales, amantes ocasionales y follamigos que, salvo Pepe el okupa, me lo han pedido repetidas veces.
-"No sé qué problema tienes. Yo soy porculera, ¿qué pasa?". Carmen, que estaba aquí pasando unos días conmigo, me ha dejado otra vez con la boca abierta.
-"¿Qué dices? ¿Porculera?".
-"Pues sí. Y me encanta. De hecho, a veces me apetece más que lo otro, ¿qué quieres que te diga?". Nada hija, no me digas nada más. Pero siguió...
-"A mí me gusta follar, y puedo decir que me han follado por todos los sitios posibles". Igualita que aquella flamenca a la que le dijeron "Lola, te la voy a meter donde no te la ha metido nadie".
Y ella, después de pensárselo un poco respondió: "Pues como no me la metas en el bolso"...
Lo mismito que mi Carmen. Pues nada, se la voy a presentar a Marcelo. Están hechos el uno para el otro.
Gracias:
Pandora Rebato
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/23/cultura/1248348448.html
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