Treinta y dos grutas talladas en las colinas
(Foto: Shunya.net)
En la India
A poco más de dos horas de la antigua ciudad de Aurangabad se sitúan las famosas Cuevas de Ajanta, treinta y dos grutas que no son del todo naturales pero que fueron talladas en las colinas hace miles de años por trabajadores que apenas utilizaban cinceles y martillos.
(Vista general del lugar)
Esculpidas en la roca volcánica de basalto, los artesanos fueron meticulosamente cincelando poco a poco la roca, tallando las columnas en lugares estratégicos y creando varias habitaciones dentro de la roca. Las paredes y los techos fueron maravillosamente decorados y con las aplicaciones de yeso crearon las pinturas de colores.
La mayoría de las pinturas tienen más de 1500 años. Diez siglos antes del nacimiento de Miguel Angel, de Leonardo da Vinci y del renacimiento europeo, esos artistas desconocidos sabían ya como describir la perspectiva, la profundidad y el realismo en sus pinturas. Las expresiones y emociones capturadas en los rostros de las pintura, son tan reales que hoy, después de varios siglos, se pueden admirar.
(Una de las entradas a una gruta)
La más antigua de las cuevas se remonta al siglo II antes de Cristo . Algunas de ellas son Viharas o monasterios, grandes cámaras con habitaciones pequeñas que conducían fuera de la sala principal y era donde vivían los monjes. Algunas de estas habitaciones tienen una cama de piedra tallada, con una almohada en la que el monje podía descansar su cabeza.
(Buda gigante)
El resto de las cuevas son Chaityas o templos, muy similares a las catedrales cristianas, con techos abovedados y vigas de maderas que se cruzan en nervaduras, asi como pilares de piedras decorados, y en la nave central ( donde una iglesia cristiana tendría su altar) una gran estatua de Buda.
Hay que recordar que estos templos de piedra fueron tallados muchos siglos antes de las catedrales cristianas, con lo que se puede llegar a especular si no fueron estas cuevas motivo de inspiración para los grandes arquitectos de la Edad Media, y no los templos clásicos griegos y
romanos.
(Decenas de frescos en la pared)
Resulta sorprendente pensar que, los grandes maestros que crearon estas maravilla, sólo
contaban con pequeñas herramientas de trabajos. Aún así nos legaron algo universal,
mágico, y que hoy podemos tener el gusto de contemplar.
Los siglos parecen pequeñas gotas de agua en el rostro de las cuevas.
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