martes, 16 de junio de 2009

XAVIER KRAUEL

Entrevista con el neonatólogo



(Foto: ALBERT BERTRAN)

Xavier Krauel: "No sabemos por qué un niño decide nacer"
Es pediatra de niños menores de un mes. De tantos bebés como ha visto nacer, se ha mimetizado con ellos y se cuestiona la realidad con un punto de asombro juvenil.


¿Los niños nacen estresados?

¿Qué se entiende por estrés?

Situación vital que te desborda.

¡Ah!, sí. El parto es un momento de estrés descomunal. Superestresante, para la madre y para el niño. Es uno de los momentos más delicados de la vida, de máxima fragilidad. Al margen de en la vejez, la mortalidad humana más elevada ocurre en los 25 primeros días de vida. Es así en todas las especies, por eso algunos animales se reproducen con muchas crías. Aseguran la supervivencia.

¿Es el niño quien inicia el parto?

Probablemente lo decide él en la mayoría de nacimientos. ¿Por qué un niño se pone de parto? No se sabe. No sabemos por qué un niño decide nacer. Es muy posible que emita alguna señal diciendo: "Estoy maduro. Estoy preparado. Quiero nacer". Eso explicaría por qué cuando el parto es inducido con fármacos, aunque la gestación haya sido de nueve meses, algunos bebés se adaptan mal a la vida. Les cuesta respirar.

¿Y en un parto prematuro?

En ese caso, el niño no querría nacer. No creo que emita ninguna de esas señales. Incluso cuando su madre sufre una toxemia que obliga a provocar el parto, antes que salir espontáneamente el bebé escogería morir en el vientre. No nacería.

Pero nacen muchos prematuros.

Un 7% de todos los nacimientos, un 40% más que hace 10 años. Un 80% de los niños ingresados en las salas de neonatología son prematuros. Esto es consecuencia de que las madres son mayores de lo conveniente, de que los tratamientos de fertilización dan gemelos que nacen antes de tiempo y de que las inmigrantes cuidan mal su gestación.

¿Están en desventaja esos niños?

Cuanto menor es la edad de gestación, mayor es el riesgo de que sufran dificultades en el desarrollo, secuelas evidentes en el sistema nervioso. Un niño muy prematuro, de edad gestacional de 23 a 25 semanas, suele tener problemas en el aprendizaje escolar, no sigue el curso que corresponde a su edad, es lento. Todo esto es bastante frecuente en los muy inmaduros.

¿Qué órganos están maduros a las 25 semanas de gestación?

Prácticamente ninguno. Todos los sentidos están en periodo de desarrollo, incluidas las neuronas del sistema nervioso. El aparato digestivo está totalmente inmaduro. Los pulmones no acaban de madurar hasta los 7 años de vida. En el momento de nacer, el pulmón está empapado de líquido, como una esponja, y los niños saben vaciarlo para que entre el aire. Así se aseguran la vida. Los prematuros no saben hacerlo.

¿Y?

La mortalidad en prematuros es muy elevada. Crece a medida que disminuye la edad de gestación.

¿Qué cara pone un recién nacido?

Tiene los ojos y los labios hinchados, está cubierto de grasa sebácea, mojado, rojo y, a veces, moradito. Si es muy prematuro, nace inmóvil. En el momento en que un niño abre los pulmones y empieza a respirar lanza un "¡ahhhhhh!" indescriptible. Es una sensación inmensa de vida, potencia, excitación, energía... La potencia que desprende un recién nacido, su afán de vivir, es bestial.

¿Y qué ocurre entonces?

Cada vez que sale un niño, por más que hayas visto mil partos, se reproduce un momento emocionante, mágico, aunque el personaje que lo protagoniza sea un bebé ínfimo, rojo e inmaduro. (Entre nosotros, los llamamos gambas, porque están completamente rojitos; algunos, más que una gamba parecen un camarón). Estás ante una persona que nunca había respirado ni había visto luces o caras a su alrededor. Realmente, es una situación explosiva.

En especial, para las madres.

Las madres se liberan y un 80% lloran. Es un momento de estrés y alegría. Los humanos somos así: lo que nos da alegría, nos hace llorar. Nos gusta esa mezcla. En el nacimiento se produce una enorme liberación de endorfinas, que son unos opiáceos endógenos, y, de alguna forma, ellas se sienten como si estuvieran alucinando, en un estado especial. El niño también alucina.

¿No llora?

Está en situación de alerta, vigilancia y ojos abiertos. Con unas enormes ganas de mamar. En ese primer momento, el niño se engancha al pecho con un afán inmenso. Unas horas después, eso se convierte en cansancio, de madre e hijo. Y todo se complica. Por eso es tan importante que ambos entren en contacto en el primer momento de euforia. Madre e hijo deberían estar juntos siempre. Cuando los separan, los dos sienten una profunda sensación de corte.

¿En ese momento, usted capta el talante que tendrá el recién nacido?

Poniéndotelo en las manos, puedes captar el temperamento, no el carácter. Ves si será excitable o tranquilo, si se enfadará por nada o si será conciliador. Dos o tres días después, ya es posible distinguir su talante.


Gracias:
ÀNGELS GALLARDO
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=621703&idseccio_PK=1007
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