viernes, 28 de noviembre de 2008

ENRIQUE FIGAREDO

Entrevista con el obispo jesuita en Camboya


(Foto: Archivo)

Enrique Figaredo: "Tengo entregada mi vida a Camboya"
EXHIBICIÓN DE BAILES CAMBOYANOS.
Petit Palau. Sant Francesc de Paula, 2. 15 euros.

Es asturiano y llegó a Camboya en 1985 para impulsar proyectos para los refugiados. Ha sido finalista del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de este año. En el 2000 fue nombrado obispo de la Prefectura Apostólica de Battambang. Desde allí --con el apoyo de Obra Social La Caixa-- ha traído a 60 jóvenes, algunos de ellos mutilados por la explosión de minas o la poliomielitis, para presentar bailes camboyanos y recaudar fondos para construir un orfanato. Hoy actuarán en el Petit Palau y mañana en CosmoCaixa.

¿Cuál es la importancia de esta gira artística?

Traer un mensaje de esperanza. Los niños y niñas hablan otro idioma, pero con la lengua del corazón, la simpatía y la belleza, queremos mostrar que la cultura camboyana es capaz de integrar a niños con capacidades y discapacitados. La belleza te la pueda dar alguien bailando en silla de ruedas.

¿Cuántas personas mutiladas hay en Camboya actualmente?

Más de un 30% de la población murió durante los conflictos que asolaron el país entre 1969 a 1998. Y uno de cada 230 camboyanos están mutilados. El país tiene 14 millones de habitantes.

¿Existen programas antiminas?

Sí, pero en nuestra región, que afectó mucho la guerra, explota una mina cada día.

¿Cómo se encuentra Camboya?

Está en la fase de ir conquistando la paz. Se ha abierto al mundo, la natalidad es alta, el índice de mortalidad ha bajado. Aún es débil en infraestructuras, el desarrollo es desordenado. Las ciudades crean nuevas pobrezas: basura, violencia, prostitución, dinero fácil, corrupción...

¿Ha sufrido represión?

Los que tienen el poder te cierran las puertas para trabajar con la gente. Ahora quiere retornar un gobierno corrupto, las consecuencias pueden ser horribles y quizá la gente tenga que enfrentarse a las autoridades. Hay mucha tensión política.

¿Hay mucha gente de habla hispana trabajando en Camboya?

No muchos, pero sí cualificados. Fijos, una media docena. Cada año llegan unos 300 voluntarios.

¿Cómo se lleva la religión cristiana con los budistas?

Los budistas son muy tolerantes, me entiendo mejor con ellos que con los cristianos. La Iglesia católica es muy pequeña y nos ven como cooperantes. Es un espacio de convivencia religiosa natural.

¿Piensa volver a España?

Mi vida la tengo entregada a Camboya. Soy un huésped querido.

¿Le apoya El Vaticano?

Siento apoyo y simpatía. La verdad es que soy un poco diferente. A veces a la Iglesia le falta el impulso necesario en algunas situaciones.

Los premios, ¿qué significan?

Te animan a seguir y valoran al equipo. Soy el rostro de mucha gente con la que hacemos camino, pero son los niños los que traen Camboya a España.


Gracias:
SONIA GARCÍA
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