Patitos de goma
(Foto: Nagoko)
Singular experimento
La NASA busca 90 patitos de goma que arrojaron en un glaciar de Groenlandia, ahora los científicos esperan que los muñecos reaparezcan en otras latitudes tras reflotar.
Aparte de estar todo el tiempo enviando astronautas a la Estación Espacial Internacional, buscando rastros de vida en Marte y fotografiando los satélites de Saturno, saliendo al encuentro de misteriosos cometas, haciendo mediciones en la magnetosfera terrestre y sacando naves al espacio para rastrear asteroides, la NASA se ocupa por estas fechas de algo que en principio, así, de buenas a primeras, suena a broma: busca 90 patos de goma que se le perdieron en Groenlandia. Son amarillos, del tamaño de un puño, tienen ojos azules y la mirada simpática, es decir, son ordinarios patos de bañera, exactamente iguales al que cualquier padre le regala cualquier día a su pequeño. Pero estos son juguetes de la NASA, y su destino no es surcar aguas jabonosas sino servir a altísimos intereses. De manera que, si alguien los encuentra, que avise.
Los 90 patos forman parte de una investigación de la agencia espacial estadounidense para conocer el funcionamiento de los molinos glaciares de Groenlandia, algo así como el sistema de sumideros de estos enormes bloques de hielo. Que la NASA tenga un especial interés en esto --algo que más bien parece el territorio de un geógrafo, o de un ingeniero de aguas-- es menos extraño de lo que a simple vista parece: los glaciares groenlandeses son solo el campo de entrenamiento para futuras misiones en las lunas heladas que abundan en el sistema solar. Así de distinguido es el objetivo al que sirven los patos.
Pero desde septiembre no se sabe nada de ellos. Entonces fueron arrojados a uno de estos sumideros con la esperanza de que en algún momento --y en algún lugar cercano-- saldrían de nuevo a la superficie, pero han pasado tres meses y no hay noticia de los simpáticos. "Por ahora no sabemos nada de ellos --explicó a la BBC Alberto Behar, responsable del proyecto--. Si alguien encuentra uno, sería una gran noticia para nosotros". Lo único que diferencia a los ejemplares de la NASA de los modelos de bañera es una etiqueta que llevan pegada al lomo: en ella aparece un correo electrónico y tres palabras: "experimento científico" y "recompensa". La agencia espacial aún espera que alguien encuentre un pato y se ponga en contacto, sobre todo para que diga dónde lo ha encontrado. La llamada de ese anónimo haría mucho por la exploración de las lunas heladas. Aunque al anónimo tal vez se le ocurra que le están tomando el pelo.
Ahora bien, la NASA no ha puesto todo el destino del proyecto en manos de estos juguetes; por el mismo agujero ha deslizado una sonda --algo más propio de la agencia-- equipada con toda la tecnología necesaria para hacer las respectivas mediciones. Y no solo eso: llevaba GPS y antena. Aunque no ha servido de mucho. La Moulin Explorer está tan extraviada como los patos.
Túneles y escaleras
Algo que quieren comprobar los responsables de la NASA es hasta qué punto los molinos inciden en el desplazamiento de los glaciares hacia mar abierto. Por eso escogieron el de Jakobshavn, un glaciar que produce más o menos el 7% del hielo que anualmente se desprende de Groenlandia. La teoría de los investigadores es que la actividad de los molinos, además de servir de lubricante --los grandes lagos que se derriten en verano hacen que el bloque crezca--, aumenta la velocidad del hielo sobre el agua. Como una especie de motor: las corrientes llegan a la base y mueven el conjunto. Y los patitos (lógico) salen a la superficie. Pero, como dice Behar, estos son unos molinos intrincados --"hay escaleras, cortes de hielo, ramificaciones"--, así que es posible que, simplemente, el Jakobshavn los haya devorado.
Gracias:
El periódico, San Francisco
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