Entrevista con el actor, director, escritor...
(Foto: FRED PROUSER)
«La crisis es parte de la corrupción de nuestras vidas»
El veterano director regresa a la gran pantalla con una película ambientada en los años treinta americanos protagonizada por Angelina Jolie.
Clint Eastwood, el duro de Hollywood y seguramente el hombre más admirado en la meca del cine, regresa a la gran pantalla como director con El intercambio, una historia real ambientada en los años treinta protagonizada por Angelina Jolie sobre la vida de Christin Collins, una madre que pierde a un hijo y termina enfrentándose a la policía. El aclamado intérprete y director acaba de cumplir 78 años y, mientras deshoja la margarita de su retirada cinematográfica, prepara su nuevo trabajo, una película sobre el presidente sudafricano Nelson Mandela.
¿Cómo preparó «El intercambio»?
¿Es cierto que fichó a Angelina Jolie porque le recordaba a Meryl Streep?
¿Usted es de los directores que dan libertad a los actores.?
Por supuesto. Así es como me siento cuando me dirige cualquier director. Yo quiero ser libre de crear el papel y quiero que los actores que trabajen conmigo sean capaces de crear sus personajes. Como director les informo a los actores de la idea que tengo, de mi visión de las historias y de los personajes, pero ellos son quienes tienen que interpretar. Hay actores que necesitan que les hables y les orientes y otros como Angelina que sabe perfectamente cómo crear su papel.
¿Es cierto que usted es un director que graba una sola toma de cada escena que rueda?
¿La mayoría de sus películas van directas al corazón de las emociones.?
La base del drama es el conflicto, ya sea interior o contra alguien. No importa si es físico o emocional, pero solo con esas premisas ya es interesante. Es posible hacer una historia simple con el mínimo de conflicto y probablemente tengas una audiencia limitada, pero cuando cuentas una historia distinta el público reacciona masivamente. Hay muchas historias maravillosas que podría contar, pero no busco un final feliz sino llegar a la raíz de algo.
En su película alguien dice que el universo funciona de manera misteriosa. ¿Cree usted en el destino?
Todo funciona de forma misteriosa. Creo en el destino en ocasiones, pero creo más en hacerse uno a sí mismo, en crear tu propia vida. Yo me he encontrado frente a situaciones adversas y he conseguido escapar. Mi madre solía decirme que tengo un ángel de la guarda sobre mi hombro.
¿Es cierto que piensa rodar una historia sobre Nelson Mandela y las finales de rugbi en Sudáfrica?
Sí, queremos hacerla y espero que sea una historia que inspire a todo el mundo. Sin duda fue un tiempo muy interesante que presenta un dilema, un conflicto, el de un hombre que estuvo en prisión 26 años y de pronto sale y se convierte en presidente del país. Y es una inspiración para todo el mundo, no solo para la gente de color, para quienes fue un salvador, sino para los blancos, que aprendieron a vivir junto a los negros. Creo que es una historia que merece la pena ser contada.
La corrupción es una constante en nuestras vidas y también aparece en sus películas.
Sí, es una constante, pero no es una ironía. La corrupción en la policía de Los Ángeles era real en los años treinta. Para realizar esta película vi muchas otras de la época y en aquellos tiempos se dieron muchos casos en Los Ángeles, una ciudad dejada de la mano de Dios, con una policía totalmente corrupta. Y sí, creo que la crisis es parte de la corrupción que existe en nuestras vidas, no solo en Wall Street sino en la mentalidad de mi país, donde la gente cree que con una tarjeta de plástico puede cargar al mundo sus gastos. Vivíamos en un mundo de sueños y hemos caído de lleno con la realidad, incluido Wall Street, incluidos los políticos, a quienes les da miedo aplicar una política de seguridad económica que ponga límites a todo esto.
Usted creció en otra época y tiene hijos de diferentes edades. ¿Ha tenido que educar a los más jóvenes sobre los peligros del mundo moderno?
Crecí en una época, en un momento, similar al de la película. Los niños salían a la calle a jugar, no había televisión, hacías lo que te decían tus padres. Vivimos en la era de la información, todo el mundo sabe en un instante lo que ocurre, los niños crecen viendo las noticias, hablando con el ordenador, pero no es una vida normal, pierden la perspectiva.
Gracias:
ANGÉLICA MARTÍNEZ
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