domingo, 29 de junio de 2008

Puerto Escondido, Oax.

La vida, así de ‘cool’


(Foto: Reuters)

U
n destino con personalidad y carisma, libre de espíritu, que no necesita del oropel para seducir

En la costa de Oaxaca hay un lugar con esencia y carisma, visitado por surfistas y hippies. Aquí aprendes a relacionarte con la naturaleza y que la vida debe ser más relajada.

No es lugar para el glamour. No hay poses, ni presión de lucir en bikini un cuerpo digno de una muñeca de televisión.

Lo que sí he visto han sido más hotelitos con mejores instalaciones y servicios, restaurantes, bares y tiendas que cuando vine por primera vez, hace siete años. Por fortuna no se ha dejado envolver en oropel. Así tiene que seguir: rústico, hippie (eufemismo de "pandroso") y romántico, tan dinámico o pazguato como uno quiera.

Puerto Escondido es destino de surfistas, de italianos que han abierto pizzerías, de jóvenes mochileros guapos y guapas, que venían de paso y se han quedado a trabajar como bartenders o a vender chacharitas artesanales en la playa.

Este pedacito de costa oaxaqueña no necesita de una gran marca hotelera, tampoco de gran promoción para llamar la atención, como lo ha intentado Huatulco.

Su colección de playas pasa por todos los temperamentos: desde el rugido de las olas bravas que buscan los surfistas en Zicatela y en la que los nadadores comunes y corrientes, sin instintos suicidas, permanecen en la orilla cuidando que el agua sólo les llegue hasta las orillas, hasta las más calmas como Carrizalillo –de un azul limpio y transparente del que no se puede desconfiar– o la de la playa principal, aunque abunde el populacho.

Como remate, los atardeceres son de los más espectaculares que se puedan ver en México. Un buen gancho para que él o ella caigan perdidos a nuestros pies.

NO TE QUEMES

Las playas de la zona son muy anchas. Si hay que caminar lejos de la arena mojada, utiliza sandalias de suela gruesa, de lo contrario tus pies terminarán quemados

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