sábado, 2 de enero de 2010

NATURALEZA

290 NUEVAS ESPECIES EN EL 2009


(Foto: Kew Garden/Flor de 'Eucaliptus brandiana')

Un tesoro de 290 especies 'rescatado' en un año
El Real Jardín Botánico de Londres descubre nuevas plantas y hongos. Hallan un árbol gigante en Camerún y una planta africana en un invernadero. Algunas están en peligro de extinción

Los expertos aventuran que hay unos dos millones de especies sobre la Tierra. Ésta es una estimación que nunca será exacta porque, al mismo tiempo que algunas desaparecen fruto de la acción de la más destructora de todas ellas, la humana, otras nuevas salen a la luz, precisamente por su esfuerzo. Este último es el caso de los investigadores que trabajan para el real jardín botánico Kew, en Londres, que en sólo un año han descubierto 290 especies desconocidas para la ciencia, desde árboles gigantescos hasta milimétricos hongos.

Los botánicos de la afamada institución, en la que están las colecciones de Charles Darwin y hasta siete millones de especímenes de flora desecados, han encontrado sorprendentes ejemplares pateando las selvas del planeta y escalando montañas, pero también paseando por sus propios invernaderos. Fue allí donde un día se halló una planta de flores rojas y blancas que nadie había bautizado.


Stephen Hopper, director del Kew Garden, no cabe en sí de gozo ante tantos hallazgos, justo el año que celebran su 250 aniversario y a las puertas del que será el Año Internacional de la Biodiversidad, el 2010. "Estos hallazgos nos dicen que queda mucho por documentar y que hay que hacerlo y apoyar este trabajo para poder conservar toda la biodiversidad", apunta Hopper.


De hecho, muchas de las recién descubiertas especies ya están en extinción. Es el caso de tres diferentes árboles gigantescos del Parque Nacional de Korup (Camerún). Entre ellos, un 'Berlinia korupensis' de 42 metros de altura, del que únicamente se han encontrado 17 ejemplares. Sus espectaculares vainas (de 30 centímetros) explotan para dispersar las semillas a su alrededor, pero no pueden sobrevivir a la tala.


(Foto: Kew Garden/Uno de los árboles gigantes de Camerún)


Si el 'Berlinia' es la nueva especie más grande, unos hongos de menos de un milímetro, recogidos en Australia en 1988, pero estudiados ahora en Kew, son los más pequeños. Por su tamaño, recubren la madera como lo haría una pintura, pero favorecen su descomposición y facilitan el reciclaje de sus nutrientes. También se han descubierto otras dos especies que en lugar de utilizar la energía del Sol utilizan la de unos hongos subterráneos.


Nuevas orquídeas


Respecto a las orquídeas, sólo en un año el real jardín botánico británico ha añadido 38 nuevas especies a un listado de más de 25.000. De ellas, 13 fueron localizadas en una pequeña área de Borneo, un paraíso que está siendo devastado por los cultivos de palmeras de aceite (para biocombustible y otros productos).


Otra sorpresa son las 24 nuevas especies de palmeras de la lista, una de ellas con 25 metros de alto, en Papúa Nueva Guinea, si bien la mayoría son más pequeñas y provienen de Madagascar, una isla donde la feroz deforestación destruye al año casi 300.000 hectáreas de bosque. De hecho, menos del 10% de la vegetación malgache original está intacta. Los botánicos se temen que en unos años desaparezca el 90% de las palmeras: de una de las recién descubiertas sólo hallaron 10 ejemplares.


En 2009 también se encontró una esquiva planta acuática con esporas muy primitiva, bautizada como 'Isoetes eludens'. Fue en Sudáfrica. Siete años han tardado en dar con ella, pero habitaba en unas piscinas rocosas que se forman en las montañas y que pronto serán historia debido al cambio climático. De ahí, recuerdan, la urgencia de recolectar semillas que aseguren su conservación, después de sobrevivir 150 millones de años.


En peligro también está un nuevo tipo de ñame, de un metro de largo, del que sólo se han encontrado 200 plantas en Sudáfrica, porque se utiliza en la zona para curar el cáncer.


Quizás, el hallazgo más curioso fue el que se hizo, por casualidad, en un invernadero del jardín de Kew, una planta africana que llegó con una colección recogida hace más de 50 años y que aún no tenía nombre. El botánico Iain Darbyshire se tropezó con ella un día durante su hora del almuerzo y, sin salir de casa, la estudió y la puso nombre: Isoglossa variegata.


Café adaptado al clima


El largo listado de hallazgos del 2009 en el jardín botánico de Kew incluye especies que podrían tener una gran utilidad en el futuro. Entre ellas, las siete nuevas plantas de café salvaje, nativas de las montañas del norte de Madagascar.


Dos de ellas (Coffea labatti y Coffea pterocarpa) tienen sus frutos con una especie de alas que les permiten volar y navegar por los ríos que se forman durante las lluvias torrenciales, una adaptación que permitió su dispersión y las hizo visibles a los lemures, que se las comen. También se han encontrado dos especies con pelos en los frutos para protegerse del sol en la estación seca.


Otras dos plantas de café destacan por el tamaño de sus semillas, más de doble que el Coffea arabiga, utilizado en el comercio mundial. "El café es el segundo producto más vendido en el mundo y 25 millones de granjas dependen de su producción, así que es particularmente importante encontrar especies que se adaptan al cambio climático y pueden aumentar la producción", señala el botánico Aaron Davis, experto en estas plantas.


Davis recuerda que el 70% de las especies de este producto están en peligro de extinción y algunas desaparecerán antes de que sepamos de su existencia.


En la familia de los tintes, los botánicos han encontrado 14 tipos de añiles de la familia de los índigos. Sus descubridores recuerdan el importante rol comercial que han tenido estos productos en la historia y que son capaces de combinarse con otros tintes naturales y artificiales. De las 14 nuevas especies, 11 podrían extinguise.


Menos útil, pero muy bella, es una nueva flor de la pasión de la Amazonía. Dicen los botánicos que es la preferida de los colibrís.



Gracias:

Rosa M. Tristán/Madrid

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/12/22/ciencia/1261509905.html

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