miércoles, 20 de enero de 2010

INAH

HÁBITOS FUNERARIOS



(Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Grupos seminómadas que habitaron Baja California Sur hace más de 2 mil 300 años enterraban a sus muertos dos veces, según con pruebas realizadas por el INAH)
Nativos de BCS enterraban dos veces a muertos
De acuerdo con un estudio de INAH, tribus de hace dos mil 300 años colocaban primero los cadáveres dentro de fosas y después los seccionaban manualmente y los enterraban de nuevo

Grupos seminómadas que habitaron Baja California Sur hace más de 2 mil 300 años enterraban a sus muertos dos veces, de acuerdo a pruebas físicas y biológicas realizadas a restos humanos hallados en 157 entierros, con lo que surgen nuevas interpretaciones sobre la cosmogonía que tuvieron.

"Primero, el cadáver era colocado dentro de una fosa, una vez que tenía un avanzado estado de descomposición era desenterrado, para posteriormente seccionarlo manualmente y realizar una segunda inhumación", afirmó el antropólogo físico Alfonso Rosales-López, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).

La práctica de ese sistema funerario sui generis data del 300 a.C. hasta el contacto español y comprueba que estos grupos tuvieron una cultura con características únicas, indicó Rosales-López.

Este sistema de doble enterramiento tenía como finalidad terminar con el sufrimiento de la persona fallecida, puesto que el concepto de muerte (como biológicamente lo entendemos) no existía.

Los cambios físicos provocados por el proceso de descomposición hacían creer que quien fallecía experimentaba dolor, por lo que se pensaba que seccionando el cuerpo liberaban al individuo de este padecimiento, agregó el especialista.

Dijo que esto se ha deducido de la serie de estudios arqueológicos y antropológicos que el INAH ha llevado a cabo desde 1991 en diversos sitios de las costas de Baja California Sur, particularmente en el lugar conocido como El Conchalito, donde se han hallado 56 de los 157 entierros descubiertos hasta el momento.

También se han descubierto inhumaciones de este tipo en puntos como Ensenada de Muertos, Fidepaz, Chametla, Rancho Rodríguez, El Quelele y Comitán, en Bahía de La Paz, El Médano y Barco Varado, en Cabo San Lucas, San Juanico, en el municipio de Comondú, y Bahía Concepción, en el municipio de Mulegé.

El especialista del INAH dijo que los lugares en los que se han encontrado la mayor cantidad de entierros, son los concheros (sitios arqueológicos con gran concentración de restos de moluscos), donde además se han detectado indicios de actos ceremoniales llevados a cabo por los antiguos indios, "lo que nos comprueba que poseían una cultura elaborada, contrario a la denominación de tribus salvajes que prevaleció por mucho tiempo".

En este sentido, consideró que la práctica de ritos como la doble inhumación, probablemente también tenían la finalidad de propiciar la abundancia de recursos naturales.

"Cuando un individuo entraba en estado de "inmovilidad" empezaba la preparación de su entierro: acomodaban al fallecido en posición fetal y lo amortajaban con fuerza. Al mismo tiempo se preparaba un lecho con conchas donde colocaban el bulto mortuorio y lo cubrían con una mezcla de carbón, tierra y concha, para luego taparlo con arena.

"Para ellos este momento no era de muerte, sino un simple cambio de estado, en donde el dolor era una constante porque el cuerpo cambia de coloración, le salen moretones y arroja líquidos por los orificios".

De acuerdo con las creencias de estos grupos, para aliviar el dolor que "sentía" el muerto, lo desenterraban meses después y lo seccionaban, cuando sabían que las articulaciones estaban frágiles por la descomposición de la carne. "Separaban la cadera del tronco, las extremidades y en algunos casos el cráneo, y así, fragmentado, lo volvían a enterrar".

El antropólogo Rosales-López, refirió que con esta práctica no sólo liberaban al individuo del dolor, sino que automáticamente éste y los demás antepasados enterrados en el mismo sitio se volvían guardianes del lugar, garantizando así que siguieran brindando los recursos alimenticios.

Entre los materiales encontrados en las ofrendas destaca la presencia de un caracol grande, colocado en posición vertical y sostenido con restos de moluscos; una corona de conchas grandes y conchas dispersas en un área rectangular de 1.0 por 1.5 metros, con una disposición similar a la observada en las artes adivinatorias de los indígenas de California.

De acuerdo con el antropólogo, "los indios californios no se quedaban en un solo lugar porque no tenían en su cultura el concepto de sedentarismo". Además, para ellos, los diferentes sitios que habitaban estaban protegidos por sus antepasados, a quienes no podían abandonar, y por eso regresaban de manera itinerante.


Gracias:
El Universal, La Paz
cvtp
http://www.eluniversal.com.mx/notas/652901.html
♪♪♪♪♪

No hay comentarios.: