LA CAMA DE PANDORA
SEXY RELATO
(Ilustración: Luci Gutiérrez)
'Laurita se desmadra'
Si lo sabía yo que esto iba a terminar así...
Acabo de echar a patadas de mi casa a dos amigos de Laurita (la hija de Amadeo, mi portero) y vuelvo a tener a esta niña metida en la cama con otra borrachera de Liga de Campeones. Pero esta vez sí que se lo digo a su padre. ¡Es que esto es un no parar...!
La muy delincuente ha aprovechado que me marchaba fuera de la ciudad dos días para allanar mi casa con las llaves que guarda su padre en la portería, y se ha traído a unos amiguitos para que la ayudasen a esquilmarme el mueble bar.
Estoy convencida de que no es una adicta; sólo es tonta, pero tonta del culo.
Uno de los gañanes que han huido escaleras abajo es ese novio intermitente que tiene y al que no hace mucho se le rompió el frenillo en la tapicería color crema de mi precioso coche (por cierto, que ya está totalmente recuperado). Y al otro no le había visto nunca, pero tiene que ser un prenda de órdago porque les he pillado a los dos in fraganti, con los pantalones en los tobillos y sus pichas en la mano. Y no, no estaban orinando.
Por lo que he podido averiguar, la excasa deshinibición de mi vecina se ha ido al garete según se iba intoxicando con las copas y, no sé de quién ha sido la idea, pero cuando he llegado estaban todos en mi cama.
Supongo que, por culpa del alcohol, Laurita se ha quedado dormida y, como suele ella hacer habitualmente, se ha metido el pulgar en la boca. La he visto dormir varias veces y lo succiona como si fuera un chupete, así es que tras 18 años con la bonita costumbre... imagináos como tiene el dedo ya.
Yo he entrado en casa en ese momento y, al ver los restos de la juerga en el salón, he hecho una incursión hacia mi dormitorio pegando la oreja al suelo, silenciosa como un sioux.
Cuando ya estaba tras la puerta, he creído oír a uno de estos dos borricos decirle al otro:
-"¿Qué haces?".
-"¿Tú has visto cómo se chupa el pulgar...? Verás lo bien que chupa otra cosa... Sujétala...".
-"¡Espera! Yo también quiero probar...".
Y me los he encontrado con todo lo suyo en la mano, el novio de la niña a dos centímetros de la boca de Laurita, que tenía los labios abiertos y los ojos cerrados, en un estado de semi inconsciencia, y al otro sacándosela del pantalón.
-”¡Hostias! ¡Pandora! Vámonos”. Y han salido volando todo lo deprisa que les permitían los pantalones enrollados en los tobillos.
¡Si es que esto tenía que pasar! ¡Esta niña está desatada!
¿Qué hacemos con ella? Porque una cosa es una educación liberal, que fue lo que yo recibí, y otra muy distinta el sindiós en el que vive ésta.
Como no tengo hijos, ni ganas, he llamado a mis padres para preguntarles qué hago con esta niña. Y mi padre, después de partirse de risa imaginando la escena, me ha recordado una historia que tenía olvidada por siempre jamás.
Resulta que hace un millón de años, mis primos, mis hermanos y yo celebramos una fiesta en la cochera de mi abuela, en el pueblo. Le quitamos las llaves a mi tío, corrimos la voz entre los amigos de la pandilla y se presentaron pertrechados de todo el vino peleón y las botellas de anís y brandy que consiguieron robar de sus despensas. Y para hacer la mezcla: dos botellas de fanta de naranja. Ahí es nada.
Como el cóctel de hormonas y alcohol no es lo mejor para aliñar la decencia, la fiesta acabó en una especie de cama redonda, pero con fronteras: cada uno enrollándose con su legítima pareja... a la vista de todos los demás. Muy instructivo y democrático.
Cuando mi padre se cansó de buscarnos por todo el pueblo, entró en la cochera para sacar su vehículo y se encontró con el Jardín de las Delicias, pero en versión juerga casera y con la luz apagada.
-"Acuérdate, Pandora. Tú andabas con las piernas alrededor de la cintura de un chico. Tu hermana, comiéndose a aquel muchacho extranjero que estaba muy borracho. Ulises... abrazado a un saco de pienso, prometiéndole a voz en grito a su novia, que o se dejaba meter mano, o sodomizaba a una gallina. Tus primos, midiéndose con tres amigos la longitud de sus vergas en un madero que había en la pared. Tu prima Lucía compartiendo lengua indistintamente con un chico y una chica. Y tu amiga Elena, dentro de mi coche, a punto de entrar en acción con aquel cinturón ancho y sin bragas... ¿Qué quieres que te diga, hija? ¿Que amarres a Laurita? A vosotros tenía que haberos atado...”.
Como siempre, tiene razón. No soy yo quién para tirar la primera piedra, así es que he hecho lo único que puedo hacer, dadas las circunstancias: le he echado la charla y después he ido a comprarle un esmalte amargo, para que deje esa preciosa y sugerente manía de chuparse el dedo, que un día de estos nos va a dar un disgusto.
Gracias
Pandora Rebato
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/lacamadepandora/2010/04/29/laurita-se-desmadra.html
♪♪♪♪♥
No hay comentarios.:
Publicar un comentario