viernes, 30 de enero de 2009

The Beatles

40 años del último concierto


(Foto: Archivo)

Cuarenta años del último concierto de los Beatles
La legendaria banda británica ofreció su última actuación el 30 de enero de 1969, día que cayó en un jueves gélido y gris característico del invierno londinense. El cuarteto de Liverpool subió al tejado del edificio de su sello discográfico, Apple Records, y deleitaron a todo aquel que podía verles u oírles.

El concierto sobre el tejado, el último directo de los Beatles

Sin diamantes, pero rozando el cielo. Improvisando el destino, desafiando al invierno, y enterrando bajo el firmamento las cenizas de una leyenda recién comenzada en realidad. Así fue el último directo de los Beatles, el memorable concierto sobre el tejado que este viernes cumple 40 años. Una actuación cautivadora, cuyo hechizo esconde sin embargo un relato agridulce.

Porque aquel concierto era de algún modo una traición al ambicioso proyecto original. Fue miel para ocultar el espejismo de un campo de fresas arrasado.

Los Beatles habían comenzado a esparcir la pólvora para su futura implosión en la época del 'White Album', segunda mitad de 1968. La batalla de egos había provocado un distanciamiento emocional y creativo entre John, Paul, George y Ringo, una herida que pocos meses más tarde se demostraría letal, pero que por algunos instantes parecía susceptible de cicatrizar.

Retorno a las raíces

McCartney sugirió como solución un regreso a los orígenes, enfatizando el colectivo. 'All Together Now'. Se trataba de recuperar sensaciones, de volver a gozar creando música juntos. Ensayos, grabaciones y un concierto vertebrarían un proyecto que renegaría de artificios para rescatar la esencia cruda del rock.

Los otros tres Beatles se mostraron algo escépticos. La perspectiva de regresar a los escenarios no generaba excesivo entusiasmo. Habían dejado de tocar en directo dos años atrás y no habían olvidado sus motivos.

Su negativa a desayunar con la primera dama Imelda Marcos había desatado un escándalo en Filipinas. El Gobierno de Manila les retiró la protección policial y su trayecto al aeropuerto se convirtió en una odisea: tuvieron que devolver todo el dinero que habían ganado antes de poder despegar en el avión de vuelta. En Estados Unidos, la afirmación de Lennon de que los Beatles eran "más grandes que Jesús" provocó que sus discos fuesen pasto de las llamas en algunas poblaciones. Y allí donde eran bien recibidos, el griterío de las fans adolescentes era tan ensordecedor que su música quedaba en un discreto y exasperante segundo plano.

Habían decidido prescindir de conciertos. Habían optado por regatear las consecuencias negativas que conlleva despertar odios y pasiones.

No obstante, rememorar viejos tiempos en el estudio se antojaba una idea seductora. Además, podrían rodar un filme sobre el proceso de grabación y librarse por fin de su contrato con United Artists.

El documental pretendía describir la creación de un álbum. En cambio, reveló la agonía de un cadáver prematuro.

Todos contra todos

Las sesiones de grabación comenzaron a principios de enero de 1969, bajo la mirada del director Michael Lindsay-Hogg y en los estudios de Twickenham. Era un antro frío y sus horarios obligaban a madrugar. Seguramente estimulados por la fantasmagórica y eterna presencia de Yoko Ono, los Beatles tardaron apenas unos días en declararse la guerra.

George Harrison no toleraba la actitud condescendiente de McCartney. Y le hervía la sangre al contemplar la indolencia de Lennon, perdido en los encantos abisales de su novia japonesa. 'All You Need Is Love'... Harrison terminó abandonando el grupo, y el nombre de Eric Clapton llegó a sonar como posible sustituto.

Sin embargo, acabó imperando la cordura y Harrison regresó a la banda imponiendo ciertas condiciones. Contrató como colaborador a Billy Preston e impulsó el traslado a la sede de Apple Records, el sello discográfico de los Beatles en Savile Row. Nadie se opuso a esa medida —de hecho supuso un alivio—. Se habían barajado distintos emplazamientos para la ansiada actuación: la Roundhouse londinense, un barco, un anfiteatro romano en el norte de África... Pero sería en la azotea de ese edificio donde tendría lugar el último concierto de los Beatles.

Breve pero intenso

Fueron 42 minutos de acordes desgarrando la rutina de un mediodía cualquiera en el Mayfair londinense: 'Get Back', 'Dig a Pony', 'I've Got a Feeling', 'The One After 909'... La actividad comercial en Savile Row quedó paralizada, los 'yuppies' expugnaron las escaleras de incendios y las 'groupies' treparon hasta las terrazas para contemplar a sus ídolos de cerca. No se sentían intimidados por las inclemencias del invierno inglés: aquel era un momento histórico, aunque tardaría más de lo esperado en alcanzar la repercusión imaginada.

Y es que el lanzamiento de la película y la correspondiente banda sonora sufrió constantes retrasos. El proyecto tenía visos de ir a desmoronarse definitivamente cuando, en septiembre del 69, los Beatles prefirieron sacar al mercado 'Abbey Road', cuya grabación acababan de completar.


No fue hasta marzo de 1970 cuando se le encargó a Phil Spector la producción de la banda sonora (George Martin se había desmarcado de aquella aventura desde el principio). 'Get Back', la canción que inicialmente iba a dar título a todo el proyecto, había sido editada en single un año atrás, con que se cambió el título por 'Let It Be'. Es decir, de 'Vuelve' a 'Déjalo Estar'.

Efectivamente, lo que empezó como un ambicioso intento de retornar a los orígenes había degenerado en un vergonzoso epílogo de desidia y aborrecimiento. 'Let It Be' se estrenó en cines el 8 de mayo de 1970, la misma fecha en que se puso a la venta el disco. Sólo dos días más tarde, McCartney confirmaba públicamente lo que era un secreto a voces: los Beatles se separaban.

Los vecinos se quejaron del 'ruido'

Por suerte, el talento de los 'Fab Four' permitió revestir de oro y terciopelo los fiascos con aroma a frustración. El concierto sobre el tejado quizá fuese solamente la punta de un iceberg derretido en el fragor de la autodestrucción Beatle. Fue como el beso tímido de unos labios ardientes de deseo, insuficiente por los placeres prohibidos que se vislumbraban más allá.

Irónicamente, algunos vecinos se quejaron del 'ruido' y la policía irrumpió en la escena del 'crimen', solicitando con exquisita cortesía que finalizase la actuación. Aquella exhibición de modales fue una pequeña decepción para los Beatles, que esperaban ser arrestados y violentamente conducidos a comisaría.

Habría sido un épico final para un concierto que John Lennon clausuró con un arranque de flemático humor británico. Por última vez como Beatle, tomó el micrófono para dirigirse al público y decir: "Quisiera daros las gracias en nombre del grupo y de mí mismo. Espero que hayamos pasado la prueba".


Gracias:
Fran Casillas, Madrid
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/01/29/cultura/1233233062.html
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