lunes, 8 de junio de 2009

Paleontología

Nuevos fósiles marinos


(Imagen: Proyecto Murero/Dos ejemplares de Gogia parsleyi casi completos)

Habitaron los mares del yacimiento de Murero hace 530 millones de años.
Vivían en fondos fangosos y para no hundirse se fijaban a trilobites.

Las criaturas de los mares están rodeadas de misterio. Y si hablamos de aquellas que poblaron los mares de la antigüedad el interés aumenta por su desconocimiento.

Recientemente un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza encontró dos nuevos fósiles de equinodermos del Cámbrico. Al parecer, estos invertebrados poblaron los mares que cubrían el yacimiento de Murero (Zaragoza) hace 530 millones de años.

Las dos nuevas especies se han bautizado como Gogia parsleyi, y Gogia sp, esta última aún se encuentra en estudio.

Se trata de dos equinodermos (un taxón que incluye erizos y estrellas de mar) de la clase eocrinoidea y se encuentran en un estado de conservación excelente. Cabe destacar que esta clase se extinguió y que sus fósiles son extremadamente raros en el Cámbrico de todo el mundo.

De hecho, esperan conseguir nuevos datos sobre la explosión de diversidad biológica que tuvo lugar durante este periodo. Según los investigadores, son una ayuda "imprescindible" para reconstruir la vida de los antiguos mares de Murero.

Los restos presentan una anatomía única. Su característica más sobresaliente era una enorme corona de brazos flexibles dispuestos hacia arriba para captar partículas alimenticias y llevarlas hacia la boca, situada a su vez en el centro de un cuerpo globoso y lleno de poros destinados a la respiración.

Vivían en fondos fangosos y para no hundirse se fijaban a trozos de trilobites. De ahí que no sea extraño que su descubrimiento haya sido en Murero, ya que este yacimiento es conocido internacionalmente como "la Capilla Sixtina de los trilobites" por su excepcional fosilización, enorme abundancia de especímenes y el alto número de especies encontradas de estos artrópodos primitivos extintos.

El hallazgo se ha publicado en la revista Acta Palaeontologica Polonica.


Gracias:
elmundo.es, Efe, Madrid
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