jueves, 15 de enero de 2009

Naturaleza

Al planeta le gustan las curvas


(Foto: Héctor Garrido/SAN FERNANDO/Las algas enteromorfas proporcionan el impactante color a la Marisma de San Fernando, iluminando en verde los depósitos de limo y fango)

Una web y una exposición reflexionan sobre la geometría fractal en la naturaleza
No hay truco alguno. Aunque a primera vista parecen pinturas abstractas, todo lo que se ve es pura naturaleza: Doñana vista desde el cielo. Hasta los estridentes colores fosforescentes tienen origen orgánico, fruto de la reflexión de la luz sobre algas microscópicas y bacterias que crecen en las marismas.

Estas páginas recogen imágenes de 'Armonía Fractal de Doñana y las Marismas', un desembarco científico-artístico con ramificaciones múltiples: una exposición, actualmente en Sevilla pero que visitará otras capitales más adelante; un libro, a punto de ser editado por Lunwerg, y una amplia web con imágenes y textos de escritores como Luis Landero o José Saramago.

Los autores son el fotógrafo Héctor Garrido y el experto en cristalografía Juan Manuel García. Ambos trabajan para el CSIC y han conseguido plantear una bella reflexión sobre la geometría de la naturaleza.

«Queremos mostrar la diferencia entre la simetría de la naturaleza y la simetría del ser humano», explica García Ruiz. «La primera vez que el hombre pinta la tierra con otro pincel es cuando usa el arado y traza la primera línea. Hasta entonces, sólo veía la recta en el horizonte de alta mar o de las grandes llanuras y el círculo en el Sol, la Luna y el iris del ojo. La recta y los sólidos platónicos son la geometría euclidiana con la que hemos transformado el mundo. La naturaleza es distinta, sinuosa, curva... no se puede medir», añade.

(VETA LA PALMA/En Veta la Palma, cerca de la Puebla del Río, Sevilla, el desagüe de una balsa dedicada a la acuicultura de peces de estuario ha generado bellas líneas)

Todo comenzó gracias al trabajo de Héctor Garrido para la Estación Biológica de Doñana. Desde hace 15 años realiza un vuelo en avioneta al mes para realizar conteos aéreos de aves como parte del Equipo de Seguimiento de Procesos Naturales.

Pronto empezó a ver algo más que pájaros: paisajes sorprendentes. Y una vez iniciado el gusanillo, la tarea fue intensa, sobre todo en el último lustro: «En ocasiones localizábamos encuadres que nos interesaban, pero no había la luz adecuada. Hemos vuelto a sobrevolar sitios buscando el momento del día, incluso esperando durante meses a que el agua estuviera en el nivel que queríamos», explica Garrido.

Y siempre hay sorpresas en cuanto «se alza la vista del terreno». Él mismo, que vive en la marisma, era incapaz de imaginar que la charca que hay junto a su casa semejara un perfecto ojo desde el aire.

Tras años de acumular instantáneas, éstas llegaron a manos de García Ruiz, quien vio en ellas «la expresión canónica de la geometría con la que la naturaleza dibuja el paisaje». Esta geometría es la fractal, que se caracteriza por tener formas irregulares, autosimilares y que no varían con la escala a la que se miren.

(ISLA DE ENMEDIO/En la Isla de Enmedio, en Huelva, la dinámica sedimentaria de los ríos Tinto y Odiel crea esta obra de arte modelada por esteros, caños y canales.)

Según García Ruiz, la geometría fractal se manifiesta especialmente en aquellos lugares que no han sido transformados por la actividad humana. Por eso, en las marismas atlánticas andaluzas, probablemente el paraje mejor preservado de Europa, brillan del modo que se aprecia aquí.

Héctor Garrido compagina sus censos aéreos de avifauna con la divulgación. Como fotógrafo se ha especializado en naturaleza y etnología, ha realizado decenas de exposiciones y ha publicado varios libros. Las imágenes de esta muestra han requerido años de trabajo.

Más de 250 vuelos, a veces «con la puerta de la avioneta desmontada para encuadrar mejor», y siempre en comunicación con el piloto, Hans Nerlinger, al que agradece su pericia para poder lograr las imágenes. «Todo cambia desde el aire», afirma. Incluso el color. Las algas son verdes fosforescentes y, el agua, sin reflejos que molesten, pasa del marrón al azul turquesa. «Cuando te elevas 100 metros por encima de lo habitual, entras en un mundo nuevo», concluye.


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