LA CAMA DE PANDORA
SEXY RELATO
(Ilustración: Luci Gutiérrez)
'Me disculpan si no me paso al porno'
No hay color, no señor. No es lo mismo que te lo cuenten que vivirlo en directo, así es que el pasado fin de semana me marché al Salón Erótico de Barcelona a aprender un poco de los profesionales del sexo.
Hice a todo correr la maleta, pero no me olvidé de meter dentro una buena provisión de preservativos. Estuve dudando si echar algún que otro juguete erótico (por si acaso), pero después de pensarlo un rato, opté por entregarme al cuerpo a cuerpo y dejé a mis amantes eléctricos a buen recaudo en el armario.
Así es que, allá me fui el viernes por la tarde, con mis mejores galas y un par de condones en el bolsillo, por si conocía a alguien interesante, nos apretaban las ganas y no nos daba tiempo de volver de Cornellá (anda que a donde se han llevado la feria...).
Al llegar, ya me pareció que estaba todo un poco desangelado. Diez escenarios por allí distribuidos, 15 ó 20 tipos de megafonías diferentes compitiendo a ver cuál nos levantaba más dolor de cabeza, tres o cuatro barras y una veintena de puestos tipo feria de muestras que eran de todo menos el culmen de lo sugerente.
Cuando vi una ristra de tangas de todos los colores colgando de una cuerda, como si los acabaran de lavar, me temí lo peor. No mejoró mi impresión tras encontrar una colección de dildos realistas en uno de los stands, donde además había un cajón con presuntos juguetes a precios irrisorios que me temo estarían descartados por algún motivo inconfesable. Pero dejé de mirar los expositores cuando me topé con uno en el que vendían DVD que, por lo que pude ver en el televisor, eran encuentros sexuales de lo más desagradables, tirando a brutales, en los que una jovencita (entre felación y felación) escupía sangre. Lo peor es que, si estaban allí será porque hay gente que los compra. En fin...
Con la moral un poco por el suelo, me centré en hacer la ruta de los escenarios y, después de recorrerme el recinto de cabo a rabo (nunca mejor dicho), me traigo cinco apuntes para no olvidar.
El primero es que en el sexo hetero, todo está inventado. Pensaba yo que, al acudir a un acontecimiento en el que se iban a concitar no menos de 100 encuentros sexuales, algo nuevo aprendería. Pero que el guionista (¿hay guionista?) no sepa ir más allá de la pertinaz rutina (besos, caricias genitales, felación, cunnilingus y penetración, primero vaginal y después anal), me parece a mí que es apostar muy poco por el enriquecimiento sexual del respetable. Claro que, el respetable... andaba por ahí metido a realizador de cine porno con profusión de cámaras y teléfonos móviles (al menos sabías lo que estaban haciendo con las manos).
Mucho mejor se lo montaban las chicas solas. Por eso una estrella es una estrella, y ahí estaba Anastasia Mayo rociando al personal de las primeras filas con algo que espero que fuera una eyaculación simulada con agua. Es lo que tiene la curiosidad, que empapó al gato...
Ante la ausencia de argumentos seductivos, el pánico escénico campó por sus respetos y dejó a los hombres a los pies de los caballos. Yo no he visto más catalepsias genitales juntas en mi vida. Y no sólo de voluntarios aficionados (lamentable el espectáculo que dio un joven depilado como un huevo duro que no vio crecer su miniyo, aunque la moza con la que compartía la intimidad del proscenio, le frotó, acarició e, incluso, se dejó lamer en partes tan delicadas que nadie en su sano juicio rendiría a un desconocido).
Tampoco los profesionales empezaron bien la noche, y hubo incluso algún pitido entre el público, cuando un señor de reputadas erecciones insistía en meterle a la actriz un pene morcillón por la boca, por delante y por detrás. Ella, hastiada, le dejó hacer hasta que los dos, frustrados, se tuvieron que rendir a la evidencia. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
Supongo que por eso siempre viene bien tener preparado un dúo lésbico para cuando te fallan el público y los actores (tercera lección). Básicamente, porque una mujer nunca decepciona y, si son dos, ni te cuento. Es fácil: sólo necesitas un par de actrices duchas en esta práctica, dispuestas a montárselo juntas. No importa que la situación las excite menos que una misa de funeral corpore in sepulto; para eso existen los lubricantes y los speakers enrolladetes ("estas dos gatitas están muy calienteeeeeeessss", y así todo). La fiesta suele acabar con una de ellas o las dos con dildos y vibradores incrustados en todos sus orificios de entrada y salida, como si fueran acericos. (Mi admiración y sincero respeto por estas abnegadas damas del entertainment, en serio).
No todo fue decepcionante, hay que ser justos. Los tuppersex organizados en la sala de usos múltiples registraban a última hora de la noche un lleno hasta la bandera y no me extraña. No sólo porque allí estaban las últimas novedades en juguetería y lubricantes, sino porque los impartían los chicos de ElPunto-G Radio (con el guapísimo Óscar Ferrani como maestro de ceremonias). Yo no sé si me quedé alucinada o muerta (porque creí ver que Ferrani se ruborizaba cuando me pasaba los cachivaches), pero me pareció oír una pregunta de un caballero sobre los estimuladores prostáticos que, a la sazón, se introducen directamente por el culo. Cuarta (impagable) lección: algunos hombres están sinceramente interesados en los juguetes eróticos para nosotras, pero también para ellos. ¡Aleluya!
Después del tuppersex decidí darme una última vuelta antes de marcharme y me paré a contemplar el show de Diana Dean que le daba tantas vueltas a la barra vertical que pensé que se acabaría mareando (o ella o nosotros) . No me di cuenta de que llevaba varios minutos chupando distraida la capucha de mi boli, hasta que se me acercó un espontáneo y me ofreció trabajo:
-”¿Te gustaría hacer un casting?”. Miré al sujeto de hito en hito sin dar crédito.
-”Perdona... ¿Has dicho un casting?”.
-”Sí, de actriz”.
-"Ya, y para eso... ¿te la chupo aquí o nos vamos a algún sitio?". ¡No te fastidia!
Al final, con el acaloramiento, no me quedó claro si con eso me proponía que le demostrase mis habilidades felatorias o mi legendaria capacidad de domar cualquier montura, pero no me cabe duda de que nunca antes me habían invitado de forma tan profesional a bajarme las bragas. Así es que, para la próxima vez, me apunto la quinta y última lección como la más importante: asistir sola a estas ferias te convierte automáticamente en parte del espectáculo.
De regreso al hotel, cuando buscaba dinero para pagar el taxi, tropecé con la parejita de condones que había echado en el bolso a primera hora de la tarde. No pude evitar acordarme de aquello que decía mi abuela. ¿Cómo era? ¿Ir a por lana y volver trasquilado? Pues eso.
Gracias:
Pandora Rebato
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/lacamadepandora/2010/05/06/me-disculpan-si-no-me-paso-al-porno.html
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