martes, 4 de mayo de 2010

SALUD 77

RUIDO EN LA CIUDAD


(Foto: Especial/La contaminación auditiva no es nada nuevo, pero expertos del IPN señalan que el ruido citadino no sólo está asociado con pérdida de audición, cuadros de ansiedad y estrés entre la población; también influye mucho en el aumento de los niveles de violencia, accidentes de tráfico o laborales)
Un enemigo poco sigiloso: ruido en las ciudades
Expertos del IPN señalan que el problema se asocia con estrés e impacta en el rendimiento escolar y productividad. Piden actualizar legislación

La contaminación auditiva no es nada nuevo: ya el gobierno en la antigua Roma restringía la circulación nocturna de carrozas a través de los caminos empedrados para no perturbar a los residentes. Hoy, el ruido en las modernas urbes es mucho mayor, pero no se le atribuye tanta importancia como a la polución ambiental, pese a que puede ocasionar severos problemas sociales y de salud, advierten científicos del Instituto Politécnico Nacional.

Investigadores expertos en acústica de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) Zacatenco señalan que el ruido citadino no sólo está asociado con pérdida de audición, cuadros de ansiedad y estrés entre la población; también influye mucho en el aumento de los niveles de violencia, accidentes de tráfico o laborales e incluso puede mermar el rendimiento académico y la productividad en escuelas y empresas.

“Los altos niveles de decibeles generados por los vehículos, las fábricas, los aparatos electrónicos, ambulancias y el propio bullicio de la gran cantidad de personas que habitan la ciudad de México influyen directamente en el sistema nervioso y generan procesos de estrés, nerviosismo y agresividad que afectan las relaciones humanas”, comenta Pablo Roberto Lizana Paulín, presidente de la Academia de Acústica de la ESIME.

El especialista describe el caso de la capital porque es considerada la ciudad más ruidosa del país, pero fenómenos similares ocurren en otras urbes con menor densidad de población.
Añade que en diversos estudios realizados en el IPN han encontrado entre alumnos que atienden clases en zonas ubicadas en ambientes ruidosos -como grandes avenidas o zonas industriales- reducciones importantes en sus niveles de concentración y en la adecuada asimilación de conocimientos.

Diferentes niveles

Por su parte, el maestro Sergio Beristáin, de esa misma entidad politécnica, explica que hay una gran variedad de daños auditivos, los cuales dependen de la intesidad (medida en decibeles) de los ruidos percibidos: van desde la simple presencia de una señal molesta o que no deja dormir hasta la que genera trastornos psicológicos o daños fisiológicos al oído humano. “Todo depende del número de decibeles”, subraya.

Los decibeles (dBA) miden la intensidad sónica. Integran una escala logarítmica, es decir, que tiene una progresión exponencial, no lineal, como el sistema Richter usado para calcular la magnitud de sismos. Los sonidos viajan en ondas a través del aire -de la misma forma en que las olas se propagan en un estanque- antes de llegar a nuestros oídos.

Mientras más rápida sea la vibración de la fuente emisora, mayor será la intensidad o tono del sonido emitido.

Beristáin dice que debido a la gran extensión de la ciudad de México es complicado recabar estadísticas precisas sobre el impacto del ruido ambiental en la salud de los habitantes. Además, añade, no es posible generalizar, ya que en ciertas zonas donde existen industrias, aeropuertos o en las avenidas muy transitadas es mucho mayor ese problema en comparación con parques u hospitales.

Sostiene que la exposición reiterada a un sonido de alta intensidad es más riesgosa que su audición ocasional. “Hay ciertos cruces en avenidas muy transitadas que superan los 70 u 80 decibeles que pueden generar molestias severas a los transeúntes e incluso causar daños a la gente que reside en las cercanías”.

“En un concierto de rock (el nivel de ruido) puede alcanzar fácilmente los 105 o 110 decibeles, que con una exposición frecuente a lo largo del tiempo resultan altamente dañinos, pues no es lo mismo soportarlos durante un breve periodo, como al escuchar la detonación de un balazo, que hacerlo de manera reiterada y constante”, comenta el ingeniero en comunicaciones y electrónica.

El también presidente del Instituto Mexicano de Acústica expone que la mejor forma en que una persona puede confirmar o descartar posibles daños ocasionados por el ruido es mediante una evaluación de tipo médico individual. “Cuando se hace una audiometría puede saberse si la pérdida auditiva fue debida al ruido o bien a problemas de salud como infecciones, lesiones, etcétera.”

De acuerdo con la información del Laboratorio Médico Polanco, la audiometría puede evaluar tanto la capacidad de oír sonidos que viajan a través del aire como por vía ósea, es decir, a través de los huesos de la cabeza.

Para ello se coloca al paciente en una cabina especial aislada de ruido, donde se le expone a sonidos de diferentes frecuencias, de los 250 a los 40 mil hertzios y a diferentes volúmenes.

A partir de los resultados obtenidos y al establecer una correlación con los niveles de dBA captados, es posible saber si la persona posee una audición normal o bien una pérdida de la misma: mediana (sólo presenta algunas dificultades para escuchar y entender); moderada (se le dificulta oír con fondos ruidosos); severa (tiene problemas en todas las situaciones) o profunda (no escucha aunque haya un fuerte ruido a su alrededor).

A decir de Pablo Roberto Lizana Paulín no existe una cultura que promueva la reducción de ruido en nuestro país, pues muchas industrias carecen de programas de salud ocupacional y aunque manejan equipos y maquinaria con altos niveles de emisión de contaminación acústica no toman las medidas precautorias necesarias para proteger la salud de sus empleados.

Para contrarrestar este fenómeno no hay soluciones únicas, reconoce Beristáin, sino que deben emprenderse acciones concertadas de los sectores público y privado, que incluyan campañas de educación cívica para crear conciencia entre la sociedad, un marco legal actualizado y medidas de supervisión para sancionar a las entidades o individuos que excedan los límites permitidos de ruido al medio ambiente.

Legislación rezagada

“La legislación mexicana en materia de ruido ambiental está muy anticuada, se estableció en los años 70 y desde entonces ha tenido sólo muy leves modificaciones que no van con las tendencias a nivel mundial. Por ejemplo, hay países de Centroamérica o de Sudamérica que poseen mejores leyes en la materia que nosotros”, asegura el especialista en acústica y sonido del IPN.

Menciona como ejemplo que algunas ciudades en EU y Europa tienen una legislación muy estricta respecto al ruido permitido a los aviones que van a aterrizar: durante la noche deben bajar sus emisiones de decibeles, con riesgo de que si no cumplen, las aerolíneas pueden recibir multas o ser objeto de sanciones como la suspensión de esos vuelos.

“Hay un desbalance tremedo, pues los países más avanzados están tratando de reducir sus niveles de ruido de manera selectiva, es decir, establecen diferentes parámetros considerando si la zona de referencia es industrial, comercial, residencial, etcétera. En cambio, aquí en México no existen esas consideraciones diferenciales. El nivel de aceptación es parejo y relativamente alto comparado con los estándares mundiales”, comentan el profesor politécnico.

Anuncia que en noviembre próximo se celebrará en Cancún, Quintana Roo, la Segunda Reunión Panamericana de Acústica, donde expertos del continente y de todo el mundo evaluarán esta problemática en 60 mesas de discusión y alrededor de mil conferencias.

Mientras tanto, adelanta, “estamos trabajando a través del Instituto Internacional de Ingeniería y Control de Ruido en una propuesta de normatividad mundial. Obviamente cada país decidirá si la adopta o no, pero esperamos que haya más homogeneidad en ese sentido”.


Gracias:
GUILLERMO CÁRDENAS GUZMÁN
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/62914.html
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