martes, 9 de febrero de 2010

LEYENDA NAHUATL

LA LEYENDA DEL AHUEJOTE


(Fotos: Archivo)
La leyenda del Ahuejote
Se cuenta que en el principio de los tiempos Chalchiutlicue, compañera de Tláloc y hermana de Quetzalcoátl, se convirtió en la diosa sol para dar calor y vida a los hombres de la tierra, los macehuales.

Sin embargo, se trataba de un sol débil, cuya escasa luz y excesiva tranquilidad comenzaron a inquietar a los demás dioses del Omeyocan, deseosos de ser soles ellos también y reinar entre los pueblos del Tlactípac. Así, estos dioses que tenían corazón y pensamiento de hombres comenzaron a perturbar la vida de la tierra, y con ánimo beligerante movieron las montanas y agitaron las aguas. Tezcatlipoca, el espejo humeante, desató las lluvias y dejó que las aguas torrentes arrasaran todo. Ilhuícatl, el cielo, fue crispado por las tempestades y los lagos y ríos crecieron hasta inundar todo. La lucha entre Tezcatlipoca y Chalchiutlicue sepultó a la tierra bajo las aguas. Un día Ilhuícatl, el cielo, cayó a la tierra y entonces los macehuales perecieron o se convirtieron en peces. De esta forma terminó el periodo solar de la diosa de falda de jade y la tierra permaneció silenciosa durante largos años.

Como los otros dioses vieron que el cielo había caído sobre la tierra y que el sol se había detenido acordaron poner de nuevo a Ilhuícatl en su lugar. Y entonces se trazó un plan: construir cuatro caminos en la tierra para que cuatro hombres, que serían creados con tal fin, penetraran por ellos y levantaran el cielo. Quetzalcoátl y Tezcatlipoca decidieron descender de su morada estelar y convertirse en árboles. Quetzalcoátl quiso ser un sauce vestido de plumas color verde esmeralda, y tomó por nombre el de quetzalhuéxotl, el árbol hermoso como un ave verde esmeralda que descendiera y se hundiera en la tierra negra y se aferrara a las profundidades con sus poderosas raíces: el ahuejote xochimilca que crece a las orillas de las chinampas que en el tiempo mítico se multiplicó en las tierras acuosas de la zona.

Tezcatlipoca a su vez optó por transformarse en árbol espejo, el árbol cuya imagen se refleja en el agua transparente de los acalotes y las lagunas: el tezcáhuitl o ahuejote que bajo cierta ilusión óptica parece hundirse en lo profunda y sostener el cielo reflejado en las aguas.

Finalmente, con la contribución de Cotémoz, Itzcóatl, Izmalli y Tenesuche, los cuatro hombres creados por los dioses, el cielo fue devuelto a su lugar, junto con las estrellas, las citlallis; hermoso complemento en lo alto del cielo, se convirtieron en los custodios del firmamento y construyeron un camino que conduciría a la morada del señor de los dioses, Ometecutli: la Vía Láctea que llevaba al Omeyocan y que hoy se refleja en las aguas oscuras del acalote de Cuemanco.

El último paso fue devolver su sol a la tierra. Tezcatlipoca se convirtió en el astro solar y dio nueva vida al planeta.

Gracias a Lidia por enviarme vía correo electrónico la revista ciudadanosenred.com.mx (boletín finsemaneando)


Gracias:
Rodolfo Cordero López
Rodolfo Cordero López, investigador originario de Xochimilco; es egresado de la Escuela Nacional de Maestros. Fue colaborador en el periódico El Día. Ha publicado Santiago Apósto en Xochimilco, 1991, y Mitos y leyendas de Xochimilco, 1992. Actualmente colabora en la revista Rescate.
Revista Artes de México-Xochimilco, México, 1993
http://ciudadanosenred.com.mx/node/18890
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