La cama de Pandora
Relato de verano
(Ilustraciones: Luci Gutiérrez)
Sexo con chocolate
Tengo que perder como sea los dos kilos que me sobran. Me los he puesto encima de la manera más tonta, en 15 días y, encima, contraviniendo todas las leyes de la biología. ¿Pero no dicen que follar adelgaza? ¿Entonces por qué yo engordo? La verdad es que desde que conocí a Bruno lo mío con el sexo y la comida es una autopista de doble sentido que sólo comunica dos localidades: Villa Polvo y Villa Atracón.
Bruno es un repostero amigo (concretamente ex novio) de mi hermana Casandra (¿os he contado que mi padre era catedrático de Griego y un enamorado de los clásicos?), con el que se reencontró recientemente y que me presentó hace unas semanas.
-"Pruébalo, tonta, te va a encantar", me recomendó 'sotto voce' con un guiño (es más generosa...). Y yo, que nunca le he prestado a la pobre ni una camiseta mía, aproveché la oferta y lo probé, vaya si lo probé. Y repetí, una, otra y otra vez. Creo que, en el fondo, lo de Casandra no ha sido un gesto desprendido, sino más bien una venganza; como ella no engorda nada...
El caso es que Bruno se descubrió como un amante entusiasta, incansable y creativo pero, quizá, un pelín goloso. Por ejemplo, un día en mi casa, al principio de nuestro rollito culinario, empezamos a hacer una tarta de calabaza que terminamos dándonosla de comer con las manos el uno al otro mientras nos entregábamos a otros placeres. Y Bruno, cuanto más se emocionaba con lo que hacíamos, más tarta y más deprisa me metía en la boca. En vez de en orgasmo, aquello casi acaba en coma diabético.
Pero hay precedentes. Una vez leí una entrevista en la que Catherine Zeta-Jones decía que lo único mejor que el sexo era el sexo con chocolate. Y yo firmo debajo de esa frase: es absolutamente cierto.
El pasado fin de semana fui a verle a la pastelería donde trabaja ("mi estudio", como dice él pomposamente) y, después de echar la persiana, nos quedamos dentro probando bombones, cremas de cacao (que lamíamos de todo lo que se nos ocurrió mojar con ellas... echadle imaginación) y virutas de chocolate blanco con las que Bruno espolvoreó artísticamente lo más frondoso de nuestros cuerpos.
Al final, peguntosos, exhaustos y empachados tuvimos que limpiar el suelo, en el que lo de menos eran los restos orgánicos.
Yo he intentado reconducir este hambre orgásmico hacia terrenos hortofrutículas menos calóricos, pero sin mucho éxito. Como anoche, cuando le prometí que me comería todas las cerezas que pudiera colgar de su pene erecto y conté 25 pares ¡50 cerezas! Pero es que, además, todavía fue capaz de sostener ¡una capa de nata montada por encima!
Nada, como veis, no hay manera. Así es que he puesto un poco de distancia en esta relación y, hace un rato, cuando me ha llamado para quedar le he dicho que no podía ser, que me he puesto a régimen.
Durante una temporadita voy a separar radicalmente el sexo de la comida. Aunque... bueno... ¿alguien sabe si el lubricante engorda?
Gracias:
Pandora Rebato
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/21/cultura/1248194624.html
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