Entrevista con la escritora
Isabel Allende escribe contra la esclavitud
La isla bajo el mar trata la obsesión de la autora por la libertad desde el punto de vista de la mujer
Zarité Sedella tiene claro que ha tenido más suerte que otras esclavas del siglo XVIII. Ella, la mulatita de nueve años que fue vendida a un rico hacendado azucarero en Saint-Domingue (hoy Haití), termina su vida liberada de la esclavitud que padeció, junto con toda la raza negra y mulata, en tiempos de la colonia francesa.
Esa mujer es protagonista de La isla bajo el mar, la nueva novela de la escritora chilena Isabel Allende (2 de agosto de 1942) que saldrá a la venta la próxima semana en los países de habla hispana.
LA RESEÑA
Zarité es el alma de la historia que Allende cuenta en 511 páginas publicadas por Random House Mondadori. La novela, se desarrolla entre 1770 y 1810. La también autora de La casa de los espíritus y Eva Luna, da voz a la joven luchadora que sale adelante, a pesar de ser mujer, mulata y esclava, características que en el siglo XVIII condenaban a cualquier persona a un destino fatal.
(Portada del libro 'La isla bajo el mar')
Desde chiquilla, Zarité tenía claro que quería ser libre y sabía que los tambores y el baile le ayudarían a salir de la esclavitud. Nunca perdió la esperanza a pesar de que Violette, la cortesana que la vendió al terrateniente le decía: “No hagas preguntas y no pienses en el futuro. Para los esclavos sólo cuenta el día de hoy”. Zarité no claudicó ni se dejó vencer por las palabras de Violette: “El esclavo se queda esclavo, si se escapa y tiene suerte, muere en la fuga, si no la tiene, lo atrapan vivo. Sácate la libertad del corazón”.
La reconocida autora, considerada una de las voces más importantes de la narrativa latinoamericana, platicó con KIOSKO sobre la protagonista de La isla bajo el amor, sobre la libertad, los derechos de la mujer, la esclavitud en su novela y las razones que la llevaron a contar una historia que transcurre hace más de tres siglos. Zarité Sedella es el centro del microcosmos de su nueva novela que saldrá a la venta esta semana en todos los países de habla hispana, y que tan sólo en México tendrá un tiraje inicial de 60 mil ejemplares.
ALLENDE HABLA DE SU NOVELA
Muchos de sus personajes se basan en conocidos suyos.¿En quién se inspiró para crear a Zarité Sedella, esta mulata inteligente que a los 40 años recrea los tiempos de esclavitud?
Zarité Sedella tiene algunas características de mujeres que conozco y de varios personajes femeninos de mis otras novelas, es fuerte, independiente, leal, apasionada, buena madre y buena amiga; pero también es única, porque nunca había escrito sobre una esclava africana. No sé de dónde salió Zarité, tal vez la soñé o se me apareció en el momento de despertar, cuando todavía la mente vaga en el ámbito de la imaginación.
Por qué le interesó la época y por qué contar la esclavitud, la lucha de emancipación, los misterios del vudú, la situación de la mujer y el enfrentamiento de culturas desde la mirada de una esclava que se libera?
El tema de la libertad siempre me ha apasionado, pero más bien desde el punto de vista feminista. Hasta que Zarité entró en mi vida, no me había puesto a pensar en serio en la esclavitud, que afecta a hombres y mujeres. Uso el verbo en presente, porque todavía existe esclavitud en muchas partes del mundo, oculta o disimulada, pero existe.
La idea comenzó cuando hice la investigación para mi novela El Zorro, que tiene un capítulo en el Caribe y Nueva Orleáns. Descubrí que el sabor de Nueva Orleáns se debe a la influencia que tuvieron los diez mil colonos franceses que huyeron de Saint Domingue durante la revuelta de los esclavos. Durante treinta años hubo una era dorada para los negros libres en Nueva Orleáns, una ciudad única en los Estados Unidos, con su cultura propia. Naturalmente, la investigación me llevó a Saint Domingue buscando los orígenes de esa inmigración. Allí tuvo lugar la única revolución de esclavos que ha triunfado, dando nacimiento a la primera república independiente de América Latina: Haití.
El tema de la esclavitud me apasionó tanto que me olvidé de la novela que había pensado sobre los piratas del Caribe y me sumergí en la vida de Zarité Sedella, que siendo un personaje de ficción, me es tan familiar como si en verdad la hubiera conocido.
¿Cuál es la vigencia de repasar la historia del siglo XVIII actualmente? ¿Se identifica con el pensamiento de Parmentier sobre la esclavitud?
Sí, me identifico con el doctor Parmentier, en varias instancias él habla por mí. Hay formas de esclavitud que siguen vigentes. En muchas partes del mundo las niñas se venden en matrimonio prematuro, trabajo forzado, prostitución; las mujeres trabajan sin sueldo ni beneficios, carecen de educación, derecho a la salud y libertad de movimiento. Los niños son secuestrados para obligarlos a servir como soldados, los pobres (especialmente los inmigrantes), son explotados en la agricultura, las minas, la industria. El tema de la falta de libertad y de derechos humanos está vigente, al examinarlo con la perspectiva que nos da la historia podemos entenderlo mejor.
¿Cuánto le ayudaron en la narración otros personajes como Violette Boisier, Loula, Tante Rose, Tante Matilde y el mismo Honoré?
Nadie se hace solo, somos producto de lo que nos pasa y de las influencias que otros ejercen sobre nosotros. Zarité contó con ayuda; sin las mujeres fuertes y generosas que tuvo en su vida, sin Honoré, el Dr. Parmentier, el Père Antoine, Zacharie y Sancho no habría podido hacer todo lo que hizo.
¿La isla bajo el mar es una metáfora de un lugar donde el espíritu es libre; es acaso ese lugar donde Zarité espera que repose su amigo Honoré junto a sus antepasados?
Los esclavos africanos en Saint Domingue creían que al morir irían a “la isla bajo el mar” o Guinea, donde sólo había negros y todos eran libres. Para ellos no era una metáfora, era el paraíso. Zarité estaba segura de que Honoré, Gambo y los demás estaban en aquella isla, que los vivos estaban en contacto con los muertos. Para mí esa isla existe en el inconsciente colectivo. Todos deseamos ser libres y permanecer en contacto con nuestros muertos, como forma de eternidad.
Fracmento del libro
Gracias:
Yanet Aguilar Sosa, El Universal
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