miércoles, 3 de marzo de 2010

LA CAMA DE PANDORA

SEXY RELATO


(Ilustración: Luci Gutiérrez)
Los chicos del calendario
Este año me había propuesto no caer en la tentación, pero no he podido evitarlo: he comprado el consabido calendario benéfico de chicos ligeros de ropa. Esta vez, por lo menos, he elegido una causa un poco más solidaria y me he lanzado a por el de los deportistas de Castilla y León, que se despelotan, a medias contra el cáncer, a medias por Haití.

Sí, lo confieso: en casa tengo una colección de lustros decorados por los bomberos de varias comunidades autónomas. Aunque debo reconocer que mis preferidos son los de la Comunidad de Madrid, porque además tengo a un par de conocidos entre los osados mancebos que prestaron su imagen hace unos años para alegrarnos el devenir de los meses (¿eran abril y septiembre...?).

¿Qué le voy a hacer? ¡Les tengo debilidad! No tanta como para incendiar mi casa y esperarles dentro con una neglillé semitransparente (me parece que te cobran la salida si no es urgente), pero sí la suficiente como para celebrar un roce "accidental" con un camión cargadito de sudorosos héroes una tarde cuando volvían de apagar un fuego.

—"Tiene usted toda la razón. Ha sido culpa mía". Mi carita de buena, una caída de ojos y una sonrisilla en lugar de un puchero lograron conmover el corazoncito de Alfredo, el apuesto bombero conductor que no encontró fuerzas para abroncarme y me perdonó el desastre.
—"Bueno, no pasa nada, mujer. Doy yo el parte, que nuestro seguro ya está acostumbrado. A ver, dame tus datos...". Y lo demás os lo podéis imaginar. Así fue como conocí a mi "Orzowei" particular.

Si no me traiciona la memoria, recuerdo que aquel año fue la primera vez que salió un calendario de bomberos. Fueron los del País Vasco los que sentaron precedente y provocaron una reacción en cadena que llegó, como el efecto mariposa, hasta la paz de mi dormitorio. Porque un día, mientras se vestía para marcharse a su casa después de una exhibición vespertina de músculos y erotismo, Alfredo comentó como quien no quiere la cosa.

—"Oye, Pandora, en tu empresa... ¿imprimís cosas, no?".
—"Pues sí, claro, es una editorial. Parte del proceso es la impresión". Su repentino interés por mis quehaceres me conmovió momentaneamente, puesto que hasta entonces, el bueno de Orzowei sólo se había preocupado de si me gustaba esquiar, escalar, montar en bicicleta o salir al campo.
—"Ya... ¿y tenéis una revista de chicas, no?". Y yo, que no me había preguntado hasta entonces si sabía leer (había aprobado unas oposiciones, era obvio que sí), me sentí orgullosa de mi inteligente, empático y musculoso novio.
—"Sí... ¿por?".
—"No, por nada... Es que el otro día, en el gimnasio del parque, unos cuantos estuvimos pensando que podíais hacernos unas fotos para un calendario".
Y para esto se necesitan unos cuantos tíos pensando...

Básicamente, podía imaginármelo: Alfredo y sus amigos, todos maravillosamente guapos, ejercitándose juntos frente al espejo, sudorosos, con la testosterona por las nubes, en plena tormenta de ideas, con la banda sonora de Rocky IV de fondo, para ver cómo compartían con el resto del mundo tanta belleza.

Pero como el amor es un bálsamo para mi carácter, me esforcé en apaciguar a la fiera que me arañaba la garganta y acerté a preguntarle:
—"¿Y cuál sería la causa?".
—"¿Causa?".
—"Sí, ¿a beneficio de quién queréis hacer el calendario?". Su silencio delator confirmó mis temores. "Vamos, a beneficio vuestro".
—"No, lista. A beneficio de nadie, gratis. Es sólo...". El pobre Alfredo empezaba a ponerse nervioso. "Nada. Olvídalo".
—"A ver si me entero. ¿Tú y tus amigos habéis pensado que, como estáis tan buenos, lo suyo sería haceros unas fotos desnudos para sacar un calendario y repartirlo con nuestra revista? ¿Y por qué no bailáis en un boys? Así por lo menos tendréis a cientos de mujeres a vuestros pies todas las noches".

Reconozco que fui dura, pero... ¡un calendario de desnudos porque sí! En aquel momento la idea me pareció infame. Pero después, repensándolo, me pareció que, en el fondo, lo que hacían estos chicos con su generosa donación no era más que pagarnos con la misma moneda a nosotras años de poses "artísticas" en las páginas centrales de miles de revistas eróticas que decoran muchos garajes y cabinas de camión.

Porque, vista la mentalidad pragmática de la mujer, que cuando pasa la adolescencia no suele invertir en publicaciones semanales de contenido sexual (como mucho las tórridas historias del Cosmo), está claro que, o nos saciamos con un calendario benéfico, o vamos a lo práctico y nos encerramos en un garito con diez boys para chillarles mientras se quitan la ropa. Y yo, que he estado en uno, os aseguro que lo que gritan mis congéneres cuando ellos se arrancan la camisa no es:

—"¡Dóblala, hombre! ¡No la tires al suelo!"... Sino más bien:
—"¡Traete para acá ese vaso de tubo!". (Sin comentarios).

Yo, que soy más de causas nobles que de adulación enloquecida, prefiero los calendarios de bomberos (o de policías, o de deportistas, o de...), porque, además ilustrar alguna de mis noches de tormenta, quedas genial cuando lo compras también para las amigas. ¡Y para Martín Lobo! que ya tiene asumido que ése es siempre mi regalo de Año Nuevo. Aunque la primera vez que le di uno (aquel en el que al final sí salía Alfredo), se quedó muy serio mirando su foto y me preguntó con todo el rencor de que es capaz un gay muerto de envidia:

—"Dime que su pene no es tan largo como ese trozo de manguera que sujeta".
—"Mmm..."
—"No puedo contigo, so zorra".


Gracias:
Pandora Rebato
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/02/gentes/1267540056.html
♪♪♪♪♪

No hay comentarios.: