Gabriela Berti
Entrevista con la filósofa
(Foto: JOSEP GARCÍA/BUENOS AIRES (1970). SE DOCTORÓ EN FILOSOFÍA EN BCN Y ESTUDIó UN MÁSTER DE ESTÉTICA DE ARTE CONTEMPORÁNEO)
"El grafitero se la juega por amor al arte"
Imparte una conferencia en el CCCB, dentro del festival Hipnotik, a raíz de su libro 'Pioneros del graffiti en España'.
¿Qué le impulsó a escribir un libro sobre los grafitos en España?
Me interesa todo lo relacionado con la filosofía aplicada y me atrae la cultura hip-hop, tan rica para explorar y replantearse conceptos que se dan por sentados. Cuando se habla de los graffiti, se hace desde una perspectiva estética o sociológica: a veces se muestra como un fenómeno epidemiológico, como si fuera una gripe A que hay que sacarse de encima.
El escritor Henry Chalfant tituló la conferencia que dio en la Sala Transformadors de Barcelona en 1987 Grafiti: ¿Arte o vandalismo?
Lamentablemente, la gente se sigue haciendo esta pregunta. Es como plantearse si el flamenco es música. ¡Claro que el grafito es arte!
Pues aquí, desde el año 2005 está penalizado.
Las instituciones prefieren prohibir que dialogar. Y no han impedido que la gente siga pintando.
Una pintada en el Paral·lel dice: «Promocionamos lo que prohibimos y prohibimos lo que promocionamos»...
Cuando los ayuntamientos quieren dar imagen de vanguardistas, invitan a grafiteros a hacer una exhibición y le ponen a un poli al lado para que nadie les moleste, el mismo que si se lo encuentra más tarde pintando en la calle le dará de palos.
Pero hubo un tiempo en que el Ayuntamiento les ayudaba.
Pagó para que pintaran el mítico Bongo Bolongo, la insignia del barrio de Gràcia hasta que se derribó el muro. Fue uno de los primeros grafitos pagados por él y duró más de 10 años. Se convirtió en punto de encuentro y salió en muchos reportajes. Era el decorado de Barcelona.
En el libro relata que Marcel·li Antúnez [miembro de La Fura] formó parte de Los Rinos en 1985, los que pintaron un rinoceronte en la calle de Comerç qué duró más de 20 años.
La pena es que no hay fotografías de esta pintada. La hicieron con una plantilla, una técnica muy característica de Barcelona.
También explica que las primeras pintadas aquí eran políticas y religiosas. «Si haces lo que manda la Biblia, te salvas, si no, te vas al fuego eterno», se pudo llegar a leer.
Nunca se supo quién estaba detrás de estas pintadas. Se le bautizó como El Loco de la Tiza.
La cineasta Isabel Coixet fue la primera aquí en usar grafitos como escenario, ¿verdad?
Le pidio a Frank, del grupo Trepax, que pintara una persecución de coches para su debut cinematográfico, Demasiado viejo para morir joven. Y luego a Frank le reclamamaron para el teatro y la tele.
Y pensar que cuando en 1985 la feria Arco osó incluir grafitos, la crítica habló de «arte analfabeto»...
Y de «producto sospechoso». Hubo artistas que pidieron retirar sus obras. Ahora goza de más reconocimiento, pero el grafitero se la juega por amor al arte, renovando el paisaje urbano con algo tan efímero.
Gracias:
NÚRIA MARTORELL, BARCELONA
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=644266&idseccio_PK=1013&h=
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