Solitario George solo
(Foto: Wikimedia Commons)
El 'Solitario George', el último ejemplar de tortuga gigante de la Isla Pinta de Galápagos no tendrá descendencia.
El último ejemplar de tortuga gigante de la Isla Pinta, en Galápagos, está perdiendo la esperanza de convertirse en padre debido a problemas de fertilidad, lo que ha agudizado aún más la preocupación de los científicos de que se extinga esta especie única.
El "Solitario George", de 90 años de edad y unos 100 kilos de peso, lleva 36 años intentando tener descendencia como parte del programa de recuperación que lleva a cabo el Centro de Investigación Charles Darwin, donde vive. Pero la posibilidad de evitar la desaparición irreversible de esta especie de tortuga gigante ('Geochelone nigra'), endémica (exclusiva) de la isla Pinta, se va alejando cada vez más.
Los huevos desovados en julio por una de las dos compañeras de George, que son de otra especie distinta ('Geochelone becki'), están presentando síntomas de infertilidad, pues pierden rápidamente peso pese a los cuidados especiales de los biólogos, lo que hace suponer que las probabilidades para su eclosión sean nulas.
"Esto es muy complicado. Dejaremos los huevos en las incubadoras mientras buscamos respuestas", comenta Washington Tapia, científico del Parque Nacional Galápagos.
Sin embargo, un 20% de los huevos desovados por la segunda compañera tiene todavía posibilidades de eclosionar en la fecha prevista. En tal caso, quizás podría evitarse la extinción del linaje de George.
En cautiverio, el éxito de eclosión es de aproximadamente el 85%, mayor que en estado natural.
Los problemas que presentan los huevos, sin embargo, no confirman que el "solitario George" sea estéril y su reproducción quede descartada definitivamente. "Sería aventurado decir ahora que George es infértil, se necesita un trabajo a nivel genético para determinar eso", agregó el científico.
Hay en Galápagos un total de 11 especies de tortuga gigante. El "solitario George" fue hallado en la isla Pinta en 1971, desde donde fue llevado al centro de investigación. Al vivir en cautiverio, su especie se da por extinguida en su estado salvaje. Si no logra tener descendencia, se unirá a muchas de las otras especies de galápagos que desaparecieron por culpa del impacto humano y principalmente de la caza.
Las tortugas aportaban una buena reserva de proteínas a los cazadores de ballenas y focas en el siglo XIX, prácticamente a cambio de nada, pues aguantaban un año en los barcos sin comer ni beber.
Pero la fatalidad quiso que fuese más fácil capturar ejemplares hembra, por ser más pequeñas, y además en época de desove, por estar en tierra baja. La última vez que se vieron comunidades de tortugas Pinta fue en 1906.
Desde que fue encontrado en los años 70, los científicos han intentado aparear a George con las dos hembras de la especie más parecida a la suya, pero sin éxito hasta ahora. Los biólogos creen que tal vez la solitaria tortuga haya crecido en solitario y no haya aprendido el comportamiento sexual.
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ELMUNDO.ES/AGENCIAS
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