El trino de mi ventana
(Terrazo: Juan José)
Al empezar el día, con los primeros rayos del sol, las aves cantan posadas en las ramas del árbol que se encuentra frente a mi ventana. Ahora en verano, duermo con la ventana abierta con la esperanza que alguna brisa fresca llene mi recámara, pero lo que más disfruto a esa hora del día es el trino de un ruiseñor que se alegra por el nuevo día. Lo que llena mi aposento es el trinar del ave que me hace despertar alegremente y de buen humor.
Cada mañana, antes de que suene el despertador eléctrico, ya me despertaron las aves cantoras. Aparte del trinar del ruiseñor, entra una brisa fresca que llena el cuarto y hace que la mañana sea antojable. Desde la cocina llega el agradable olor a café recién hecho y eso hace que me levante de la cama y camine a servirme una taza y tener la facilidad de bien despertar para luego meterme bajo la regadera y empazar a vestirme para el día.
Al salir del baño aún penetra la brisa mañanera por la ventana pero el trinar del ruiseñor se pierde entre los sonidos de otras aves y el ruido de la calle. Desgraciadamente, la mayoría de los días de la semana, tienen por obligación producir algo bueno para la familia y la sociedad, pero siempre añorando el trinar de ese ruiseñor que entra por la ventana y que, junto con la sonrisa de mi hija, me alegra el día inmensamente.
Juan José
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